CARDO MÁXIMO
Orgullo nazareno
La identidad ciudadana encuentra en la piedad popular un cauce de participación nada desdeñable
Las cosas no son como parecen y, desde luego, este artículo no tiene que ver con lo que, a simple vista, sugiere el sintagma del título. El orgullo nazareno del que hoy quiero hablarles nada tiene que ver con la Semana Santa ni con las ... opciones sexuales sino con Dos Hermanas y su protectora, la Virgen de Valme. Porque la visita de la talla fernandina a la parroquia de San Juan Pablo II, en Olivar de Quintos, la pasada semana ha tenido mucho de eso: de orgullo, de satisfacción, de desafío salvado y de misión cumplida. Y de qué manera. Quienes hemos tenido la dicha de participar en alguno de los multitudinarios actos que han jalonado la estancia estos siete días de la imagen mariana a los pies del Cristo de la Veracruz que preside el templo podemos dar fe del extraordinario (por sobrenatural) tirón de la religiosidad popular en un territorio en principio ajeno a este fenómeno. Pero no es este el sitio para desgranar gracias concedidas a tantos devotos, feligreses y alejados –créanme que no hablo de oídas– como han venerado estos días a la Virgen.
Quedémonos pues en la inteligencia mostrada por la junta de gobierno de la hermandad de Valme por plantear el año jubilar por el cincuentenario de la coronación canónica como una salida a los barrios a priori más necesitados de esa visita mariana: el Cerro Blanco en noviembre y ahora, los Quintos. Es verdad que desde el punto de vista socioeconómico están tan alejados entre sí como el día de la noche, pero la procesión de Nuestra Señora de Valme ha conseguido el propósito secundario de esa misión: extender la devoción a la imagen a la que rezó el Rey Santo durante el asedio de Sevilla hasta los límites geográficos del municipio por zonas que viven al margen de los centros de decisión (política, administrativa, religiosa…) de Dos Hermanas.
El alcalde, Francisco Rodríguez, ha demostrado visión política multiplicando su presencia no sólo en la procesión de ida el domingo 5 por la tarde sino ayer mismo al inicio de la procesión de venida poco después de las ocho de la mañana. Y sin vara alguna que empuñar, confundido entre los nazarenos. Probablemente, esas dos visitas de la Virgen de Valme a las periferias han hecho más por afianzar el sentimiento de pertenencia de ambos barrios (Quintos y Entrenúcleos es una ciudad en sí misma) a Dos Hermanas que todas las campañas patrocinadas desde el Ayuntamiento. La identidad ciudadana encuentra así, en la piedad popular expresada en la veneración de imágenes de tradición secular, un cauce de participación colectiva nada desdeñable.
Todos han salido ganando tras esta semana: la hermandad ha expandido la devoción por la Virgen a la que obligan sus reglas; la parroquia ha recibido un aluvión de fieles que, en algunos casos, habrán descubierto su pujante vitalidad espiritual; y el Ayuntamiento ha conseguido reafirmar el sentimiento de ciudadanía entre los vecinos, sean creyentes o no. ¡Como para no estar orgullosos los nazarenos!