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CARDO MÁXIMO

Orgullo nazareno

La identidad ciudadana encuentra en la piedad popular un cauce de participación nada desdeñable

Javier Rubio

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Las cosas no son como parecen y, desde luego, este artículo no tiene que ver con lo que, a simple vista, sugiere el sintagma del título. El orgullo nazareno del que hoy quiero hablarles nada tiene que ver con la Semana Santa ni con las ... opciones sexuales sino con Dos Hermanas y su protectora, la Virgen de Valme. Porque la visita de la talla fernandina a la parroquia de San Juan Pablo II, en Olivar de Quintos, la pasada semana ha tenido mucho de eso: de orgullo, de satisfacción, de desafío salvado y de misión cumplida. Y de qué manera. Quienes hemos tenido la dicha de participar en alguno de los multitudinarios actos que han jalonado la estancia estos siete días de la imagen mariana a los pies del Cristo de la Veracruz que preside el templo podemos dar fe del extraordinario (por sobrenatural) tirón de la religiosidad popular en un territorio en principio ajeno a este fenómeno. Pero no es este el sitio para desgranar gracias concedidas a tantos devotos, feligreses y alejados –créanme que no hablo de oídas– como han venerado estos días a la Virgen.

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