episodios locales
Lo que el agua se llevó
La riada del Tamarguillo tuvo una réplica al cabo de mes y medio, en los primeros días de enero de 1962, con la inundación de algunas barriadas periféricas y del paseo de la Alameda de Hércules

Esta foto es del 3 de enero, un día como ayer. De cuando llovía, claro. El helicóptero de la Armada, movilizado desde Cádiz, está en la vertical de una casa en la Vega de Triana, anegada por completo en el inicio del año 1962 apenas ... cuarenta días después de que se saliera de madre el arroyo Tamarguillo ocasionando la riada más catastrófica que se recuerda en Sevilla.
Esa era la gran preocupación hace 62 años, que el Tamarguillo volviera a desbordarse. Las autoridades combatían contra los bulos y la desinformación en una ciudad asustada y temerosa: «Es sencillamente incalificable que los timoratos o los desaprensivos jueguen con la paz pública, provocando el pánico».
La portada de ABC de Sevilla del 4 de enero, 62 años atrás, mostraba una foto de Serrano de la Alameda con un metro de agua y bajo un elocuente título 'De ayer a hoy', aclaraba: «Aún se percibían las huellas de la inundación de noviembre, cuando ha vuelto a anegarse la Alameda de Hércules, esta vez por saturación de los husillos. El célebre paseo cubierto por las aguas fue siempre el más acabado símbolo de la ciudad inundada». Se trataba de una recurrente estampa en la Alameda: el bombeo de aguas pluviales era insuficiente para aliviar la lluvia, lo que ha venido a corregir el tanque de tormentas.
Porque entonces la ciudad se inundaba y el río era un molestísimo vecino que se empeñaba en reclamar con regularidad sus títulos de propiedad sobre la depresión aluvial en la que se asienta Sevilla. Bien es verdad que el cauce fluvial estaba falto de infraestructuras hidráulicas, pero es que, por encima de todo, llovía mucho.
En el periódico del 4 de enero se hacía resumen del año pluviométrico, recién terminado, aunque no fuera coincidente con el ejercicio hidrológico. Resultó que en 1961 habían caído 2.180 litros por metro cuadrado en Santiago de Compostela, el sitio con más lluvia de España aquel año. En el tercer puesto de ese podio de pluviosidad se encontraba el Bajo Guadalquivir, donde se habían recogido 720 litros de agua por metro cuadrado, muy superiores al promedio de 539 que la Agencia Estatal de Meteorología calcula para el periodo 1981-2010.
Aquellos primeros días de enero, bajo un intensísimo régimen de chubascos, el Guadalquivir había marcado un caudal máximo de 2.600 metros cúbicos por segundo por Alcalá del Río (el caudal medio del río, medido en Sevilla apenas supera los 160) y el pantano de la Minilla desaguaba a razón de 250 metros cúbicos por segundo.
El agua anegaba barrios y dejaba sin casa a los damnificados. En la capital hubo que buscar acomodo para 137 familias, que venían a sumarse a las miles a las que el Tamarguillo dejó sin hogar.
Pero aquel enero, bajo la borrasca, conoció un anuncio del entonces gobernador civil, Hermenegildo Altozano Moraleda, premonitorio: «El año 1962 conocerá Sevilla la desaparición de todas esas colonias de chabolas». En efecto, Sevilla acabó en aquellos años (aunque luego proliferaron) con los poblados de su periferia aprovechando la riada. En este caso, fue lo que el agua se llevó.
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