SIN ACRITUD
El PSOE más débil
España necesita recuperar dos partidos moderados, uno de izquierdas y otro de derechas, pero a día de hoy es inviable
Una idea irrefutable: las tres décadas que van desde 1978 a 2008 fueron las de mayor prosperidad de los últimos siglos en España. En lo social y en lo económico. Esto es indiscutible. Aunque solo sea en esto, en algo podremos seguir estando todos ... de acuerdo en esta España partida en dos que nos toca vivir. Aquellos años fueron los mejores en lo social porque dejamos atrás el franquismo y nos empapamos de libertad. Libertad total. Y en lo económico porque nos modernizamos. Mejoramos nuestras infraestructuras, nuestros hospitales, nuestros colegios, nuestras universidades... Ese crecimiento, ese desarrollo, debemos agradecérselo, en términos políticos, a dos grandes partidos: el Partido Socialista Obrero Español y el Partido Popular, antes Alianza Popular. Por supuesto a algunos otros. Fundamentalmente UCD, que pilotó la Transición. Y al Partido Comunista, cuyos líderes tuvieron la generosidad y la inteligencia para saber que su tiempo había pasado. A grandes rasgos fue así, con miles de matices, obviamente. Pero la alternancia en el poder de PSOE y PP, bajo el amparo de la Constitución, ha sido la clave de los mayores éxitos vividos en nuestra historia reciente. Treinta años en los que –terrorismo de ETA aparte– hemos sabido convivir todos, con nuestras diferencias, con nuestras propias identidades. Pero siempre desde el respeto y la cordialidad.
Sin embargo, en aquel fatídico 2008 todo empezó a torcerse. La crisis económica mundial golpeó con fuerza a España. Millones de personas perdieron sus empleos. Y unos cuantos, los 'chiringuitos' que se habían montado en los tiempos de bonanza. La corrupción política salió la luz. Tanto del PSOE como del PP. Y lógicamente los españoles nos indignamos. Los indignados. El 15M. Un sentimiento absolutamente justificado y natural del que unos cuantos 'iluminados' se apropiaron. La izquierda radical, que encontró un caldo de cultivo perfecto para recuperar el protagonismo perdido. Los partidos preponderantes estaban muy tocados y eso dio pie a la aparición de otros muchas siglas -de izquierdas, de centro y derechas- que fragmentaron nuestro país. A ellos hay que unirles a los independentistas, entonces también aletargados, que aprovecharon para pescar en río revuelto. Y así –contado también 'grosso modo', lo sé, usted me ha entendido y sabrá disculparme– degenerando, degenerando, hemos llegado hasta hoy. Hasta el que sin duda es el peor momento político de los últimos años. Y lo es –esta es la clave– porque uno de los dos grandes partidos de nuestra democracia no ha sabido rehacerse. El histórico PSOE, al que tanto le tiene que agradecer España, ha caído en manos de un líder que no ha sabido fortalecerlo. Bien al contrario y pese a mantenerse en el poder, lo hace de forma débil y dependiente de unas minorías muy peligrosas. Necesitamos dos partidos moderados, uno a la izquierda y otro a la derecha, para repetir la fórmula que tanto éxito nos dio. Pero este Partido Socialista Obrero Español está vendido. Es débil. Y lo malo es que en su debilidad nos está arrastrando a todos los españoles.
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