SIN ACRITUD
Paso al frente, ¡ar!
Juanma Moreno está marcando el paso del debate político nacional desde la calma, pero con la firmeza y eficiencia de aquellos sargentos de la mili
Cualquiera que haya hecho la mili sabe de lo que le hablo. Antes de que Aznar se la cargara a principios de siglo –la mili digo– millones de españoles pasaron por cuarteles como el de Instrucción de la Marina en San Fernando, inmortalizado por ... Alfredo Landa en 'Cateto a babor', y allí se hicieron hombres. Cada 40 días, 500 tíos de reemplazo. A formar. Cada uno de su padre y de su madre. Tan diferentes y allí dentro tan parecidos, con sus uniformes blancos y sus rapados al cero. Risas, camaradería, amigos para toda la vida, canutos de grifa y un saco de anécdotas que contar era lo que cada uno se llevaba en su petate cuando acababan los 18 meses de servicio militar. Nadie quería hacerla, pero con los años a la mayoría se les quedó como uno de los grandes recuerdos de su vida. Eso que se perdieron las generaciones posteriores. Lo primero que les enseñaban era a desfilar. A marcar el paso. Para ello, el sargento de turno, era el que daba las órdenes: «Derecha, ¡ar! Izquierda, ¡ar! Paso al frente, ¡ar! Descansen armas, ¡ar!». El sargento era el líder del batallón. Él ordenaba y la tropa obedecía y ejecutaba. Por mi vinculación familiar con la Armada fui testigo en mi infancia de no pocas juras de bandera y siempre me fascinó cómo una sola persona era capaz de dirigir a un grupo y hacerlo con armonía, con voz firme pero no agresiva.
Hoy, varias décadas después, me viene aquello a la cabeza haciendo una traslación a la política. Llevamos varios años en los que los 'cuarteles' del poder han estado –de hecho siguen estando– demasiado revueltos. Sin líderes claros que sean capaces de dar una orden que el resto sea capaz de cumplir. En este caso un mensaje. Ni siquiera dentro de un mismo partido. En el PSOE ya sabemos lo que se vivió antes de la llegada de Pedro Sánchez a la secretaría general con la división entre 'pedristas' y 'susanistas'. Algo similar ha ocurrido recientemente en el PP. Una lucha interna de tal magnitud que acabó con la sonora caída de Pablo Casado. En Podemos y la izquierda radical en general, ni les cuento. Y en el otro extremo del arco político, son Abascal y Olona quienes antes se tiraban los tejos y ahora los trastos. A la cabeza.
Pero entre todos ellos hete aquí que surge Juanma Moreno. Sin decir una palabra más alta que otra –literalmente– empieza a marcar el paso. Es el líder que lanza los mensajes. Y todos le siguen. Sin rechistar. Los suyos, por supuesto. Y los demás, también. Porque el presidente de la Junta es quien está decidiendo los asuntos que se debaten actualmente no sólo en Andalucía, sino en toda España. Marcar la agenda, si lo prefiere. Desde que anunció la bajada de impuestos prácticamente no se habla de otra cosa. Y su forma de hacer política desde la calma, el diálogo y la cordialidad está creando escuela. Con firmeza. Sin estridencias. Los propios siguen el paso que él marca sin rechistar, convencidos. Y los ajenos de forma inconsciente, descolocados. Pero todos detrás de él. Paso al frente, ¡ar! Por Andalucía, ¡ar!
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