SIN ACRITUD
Orgullo paterno
Lo que sintió Felipe VI durante el agradecimiento de sus hijas es lo más parecido a la felicidad que un hombre puede experimentar en toda su vida
Esa cara, ese gesto, no se pueden fingir. Es imposible que sea algo impostado. Esos ojos vidriosos, ese labio entre sonriente y tembloroso. Ese ademán de inicial asombro que da paso a la alegría. Contenida, eso sí. Y de ahí a uno de los mayores ... niveles de felicidad que un hombre puede llegar a alcanzar: el orgullo paterno. Si es cierto que la cara es el espejo del alma, la de Felipe de Borbón y Grecia en ese instante era un alma plena. Ese primer plano que hemos visto todos del Rey Felipe VI en el momento en el que sus dos hijas, Leonor y Sofía, interrumpen el almuerzo de conmemoración del décimo aniversario de su proclamación, habla por sí solo. Ni mil palabras más. Vale infinitamente más la imagen de las dos levantándose y dirigiéndose a los asistentes: «Mamá, papá, Majestades. Perdón por colarnos pero nosotras también tenemos algo que decir hoy». Para a continuación «pedir un brindis por nuestra madre y nuestro padre, por nuestros Reyes, porque desde que nacimos nos han enseñado el valor de esta institución, de la Corona, su utilidad para nuestra sociedad y su propósito de servir a todos. Mamá, papá, gracias». Espectacularmente sencillo. Sencillamente espectacular.
Gracias debemos dar todos nosotros, los españoles, por el papel que está desempeñando la Casa Real en estos tiempos convulsos y de triste pérdida de valores. De descrédito de la política. De degradación de la sociedad. De redes sociales descontroladas y tóxicas. De división y enfrentamiento. A día de hoy, si de algo podemos presumir en este país es de contar con el que sin duda es nuestro mejor embajador. No hay nadie que nos represente mejor que nuestro Jefe de Estado. Él y su hija, la Princesa Leonor. Ambos están realizando sus respectivas labores como monarca y heredera de manera intachable. La rectitud y la ejemplaridad son los dos rasgos que mejor les definen. Se han dejado abrazar por la normalidad, por el respeto a los demás. A todos. Piensen como piensen. Sientan como sientan. Voten a quien voten. Han reinventado el concepto de monarquía y la han introducido en el siglo XXI. El resultado es una institución moderna y ejemplar. La más valorada, junto a las Fuerzas Armadas, por los españoles. Y lo es gracias a la labor de Felipe VI en los últimos diez años. Nada más que por eso, que no ha sido tarea fácil, ya puede sentirse orgulloso. Como él mismo dijo en su discurso, el coste personal ha sido alto. Ha tenido que renunciar a muchas cosas. Ha tenido que 'sacrificar' a su propio padre y a su hermana. Todo por preservar la Corona. Por mantener la ejemplaridad. Sin duda, tanto él como la reina pueden estar más que satisfechos por esta última década. Probablemente lo estarán como monarcas. Pero nada comparable a lo que sintieron durante ese instante, ese momento, en el que fueron dos seres humanos plenos como padres.
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