SIN ACRITUD
Falso victimismo
Todos los condenados en el caso Ere, en algún momento, supieron que aquello olía mal; y todos siguieron adelante
Al final lo van a conseguir. Ya lo verán. Al final les dan la medalla de Andalucía. A Chaves, a Griñán, a Martínez Aguayo... a todos. Y a Guerrero –el del chófer, la coca y las prostitutas– a título póstumo. Será en cuanto el PSOE ... logre volver a gobernar en San Telmo. Tiempo al tiempo. Quizá dentro de dos años, de seis, de diez o el siglo que viene. Da igual. Lo primero que harán será instaurar el 'Galardón a los Agraviados por el caso ERE'. Ya saben, esas millonarias ayudas absolutamente legales que se repartieron en plena crisis. Que aliviaron a tantas familias andaluzas. Que sirvieron para incentivar la economía y el empleo en nuestra tierra como nunca antes habíamos visto. Y que, faltaría más, fueron justificadas del primer al último euro. Griñán y Chaves, como cabezas visibles del Gobierno andaluz en aquella época, se encargaron personalmente de que hubiera máxima transparencia. De que ningún aprovechado malversara el dinero que debía ir a los que más lo necesitaban, los parados. El 'Premio Eres Andaluces' reconocerá además, de forma muy significativa la entereza moral y el terrible calvario sufrido por las víctimas de lo que sin duda fue una persecución política de la oposición. Y de la prensa afín. Una «cacería» con el único objetivo de echar del poder al PSOE. Aquello que siempre se había dicho de que los socialistas crearon una ley expresamente para repartir ayudas sin control y así perpetuarse en el poder... pues justo al revés. Fue una macrotrama inventada para desalojarlos. Y todo, obviamente, obra del PP, que se inventó un 'relato' judicial que no se sostenía. Un partido de «sicarios políticos», de personas «sin escrúpulos, sin ética ni decencia» (Ángeles Férriz, portavoz del Grupo Socialista dixit). Para ello, por supuesto, contaron con la connivencia de hasta 18 jueces de Sevilla y del Supremo, que son manifiestamente corruptos. No como los del Constitucional, que son los adalides de la separación de poderes, de la independencia. Siete a cuatro y amnistío porque me toca.
Lo que estamos viviendo estas últimas semanas no lo vimos venir. Este intento de blanqueamiento de los condenados en un asunto más propio de un país subdesarrollado que de una democracia como la española es indecente. Porque hay una cosa que está muy clara. Y que ni ellos mismos podrán jamás borrar de sus conciencias. Incluso puede que hoy, si se vieran en la misma situación, actuaran de forma distinta. Les 'compro' esa parte del relato. Pero todos ellos, todos, fueron conscientes, en algún momento concreto, de que algo raro se cocía. Que lo que se estaba haciendo transgredía las normas democráticas y la ética necesaria para gobernar. En ese momento, justo en ese instante en el que les saltó la alerta en sus propias cabezas, en sus propias conciencias, todos ellos decidieron mirar para otro lado. Ninguno dio un paso al lado. Ni lo denunció. Ninguno se bajó de un barco que iba cargado de irregularidades. Por interés político, por amistad, por fidelidad. Por lo que sea. Pero no lo hicieron. En ese momento comenzó su condena. Y a partir de ahí, toda la penitencia posterior. Inocentes no son. Y desde luego víctimas tampoco.
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