SIN ACRITUD
Dos 'sociatas'
A la vejez, Felipe y Guerra se han convertido en referentes para miles de españoles que durante años los menospreciaron
Quién iba a decirlo. A la vejez, Felipe y Guerra convertidos en dos referentes para la derecha. Con lo que han 'rajao' de ellos durante décadas. 'Sociatas' les llamaban. Desprecio absoluto. La chaqueta de pana, la cal viva, el hermanísimo Juan, los GAL, el ... aceite de colza, Roldán, Filesa, Vera y Barrionuevo... hasta que todo acabó con aquel mítico «márchese señor González, márchese» de José María Aznar. El tiempo ha colocado todo en su sitio y lo cierto es que la aportación del binomio Felipe–Guerra a la consolidación de la democracia en España fue enorme. Con ellos crecimos, nos modernizamos y nos europeizamos. En rigor, hay que decir que aportaron bastante más a nivel estatal que regional, pues Andalucía fue siempre por detrás del resto de comunidades pese a que ambos son sevillanos de nacimiento. En eso tuvo mucho que ver el 'clan de Alcalá de los Gazules', de infausto recuerdo y formado por los Pizarro, Perales, Blanco, Chaves, Gómez Periñán y compañía. Pero esa es otra historia. El caso es que durante los años 80 y buena parte de los 90 el PSOE dirigió los designios de España. Y España progresó de verdad. Con Felipe. Con Guerra. Pese a sus detractores. Después de aquello, y cuando les tocó la jubilación, ambos se convirtieron en jarrones chinos, a decir del propio expresidente del Gobierno. González se dedicó, imagino, a sus bonsais y a dar charlas. Y a Alfonso se le podía ver en bañador y con gorra por la urbanización Roche, en Conil, donde tiene el chalet familiar.
Y ahora, a la 'postvejez', resulta que ambos 'sociatas' son los nuevos gurús de los votantes de derechas. Y lo son por dos sencillas razones: por su libertad para decir lo que piensan y porque son coherentes con ellos mismos tantos años después. Ellos, y algunos otros como Nicolás Redondo o Joaquín Leguina, son la prueba andante y parlante –por su alguien aún tenía dudas– de que todos y cada uno de los actuales dirigentes del PSOE con responsabilidad institucional están absolutamente coartados por su propio partido. Sánchez les exige estar perfectamente alineados con sus postulados a riesgo de ser expulsados. Despotismo se llama eso en el caso del actual líder socialista. Cobardía, en el de sus miles de cargos y asesores. Anda el PP buscando a la desesperada a cuatro de ellos que aún tengan algo de conciencia y se rebelen contra esta situación. Pero no va a pasar. Y no lo hará porque están muy cómodos. En España hemos llegado a un punto en que la sociedad está anestesiada. El hartazgo con la política es casi total. Demasiado Puigdemont, demasiado Rubiales, demasiada demagogia, demasiadas mentiras. Este domingo es probable que haya mucha gente en la calle para mostrar su rechazo a la amnistía. Pero serán infinitamente más los que se queden en sus casas viendo el fútbol, hartos de todo. Desencantados. Los únicos que están felices de verdad a estas alturas son Felipe y Guerra, que después de tanto tiempo vuelven a estar en el candelero. Llenan portadas y horas de televisión. Y encima como referentes de la derecha. Ellos. Dos 'sociatas'.
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