sábado

Cómo está el servicio

Los mostradores de los bares han empezado a ser parapeto y barrera entre el camarero y el consumidor

Llevaban razón quienes aseguraban que desde la pandemia, la hostelería en Sevilla no tenía nada que ver con lo que había antes. Pongamos que son las diez de la mañana de un sábado. El paseante llega a la Plaza de la Alfalfa, histórico foro de ... la vida de la ciudad. «Quedamos en La Alfalfa para tomar café». Quién no ha repetido esta frase centenares de veces. Hoy es casi imposible. Dos de los establecimientos más conocidos no ponen ya desayunos. A eso de las once empiezan a colocar los veladores y las sillas y te advierten que es para los almuerzos. Entras al interior de uno de ellos y no ves a nadie.

El camarero vestido de punta en blanco te recuerda con la mejor de sus sonrisas que dentro, en la barra no se sirve, que cualquier consumición hay que hacerla sentado. En negocio de los bares del centro en buena parte ya está pensado para el turista, para el forastero, no para el usuario local. Otro ejemplo. Es sábado por la tarde, quieres tomar café en la calle Adriano. El primer establecimiento al que entras no te lo pone porque a las siete cierra ¿a las siete y la calle llena? Sí. A las siete ya que también hay que preparar las instalaciones para la cena de la noche.

El segundo tampoco te permite consumir en una barra que está vacía. «Solo en las mesas, lo sentimos». Y el tercero, a punto de cerrar, tiene la misericordia de ponértelo descafeinado y con leche.

La hostelería en Sevilla siempre fue un sector al servicio de las necesidades del consumidor local. La cercanía ha sido tradicionalmente el principal valor. Ahora, el cambio en la propiedad de muchos de estos establecimientos y la implantación de una forma de funcionar probablemente diseñada por grupos inversores dedicados al negocio están desfigurando una clara seña de identidad de la vida en Sevilla. Los mostradores, esos que ahora solo se usan como parapeto y barrera entre el cliente y el camarero han sido estrados o tribunas de la convivencia, elementos de una manera de vivir que tras los años del virus se ha empezado a perder. Si esto es el progreso, preferimos estar de regreso.

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