SÁBADO
Una herida que se abre
Hay una ley penitenciaria que establece cuando a un recluso le pueden dar el tercer grado. La ley es la ley comentaban tertulianos en Madrid. La ley es la ley incluso cuando no se cumple como es el caso
Un chaval de 25 no sabe quien es Harriet Iragi. Ni tampoco Jon Igor Solanasu compañero de pistolas. Si no es porque se lo han contado sus padres no tendrán ni idea de lo que pasó aquella tarde de 16 de octubre de 2000 cuando ... estos dos jóvenes entraron en la consulta de un médico y le descerrajaron varios tiros. Lo hicieron porque era militar, no por médico. Porque pertenecía a esas fuerzas de ocupación de Euskadi contra las que luchaban los que intentaban salvar a la patria a golpe de balazos. No. No recuerdan la tarde templada de mangas cortas, ni el miedo de la gente. Ni el valor de la gente persiguiéndolos por la Torre de los Perdigones. Ni el pavor que se adueñó del Mercadona de la Plaza de Armas cuando alguien dijo que les habían visto allí. Aquella tarde anocheció antes a pesar de no haber cambiado al horario de invierno. Tarde de ir al colegio a por sus hijos y llevarlos antes a casa. Tarde de miedos hasta que la radio dio la noticia de la detención de los dos etarras en la barriada del Cerezo.
No. Los chavales de hoy no recuerdan lo ocurrido. Los que lo vivimos sí. Hasta los políticos de aquí miembros de de partidos que en el norte hacen lo que no se entiende en el sur. Hay una ley penitenciaria que establece cuando a un recluso le pueden dar el tercer grado. La ley es la ley comentaban tertulianos en Madrid. La ley es la ley incluso cuando no se cumple como es el caso. El etarra asesino del doctor Cariñanos miembro del Comando Andalucía irá a la cárcel vasca solo a lavarse los dientes y dormir. Lo que se encuentra cuando sale de la prisión no es esa Euskadi socialista e independiente por la que luchaban asesinando a quien no pensaba igual. Ven una tierra muy rica, muy próspera que ha salido adelante sin que su concurso ni el de los suyos haya hecho falta.
La gran tropelía es que hoy 24 años después del crimen del médico y de tantos, el gobierno vasco haya sacado una gran goma de borrar la memoria, también histórica. Pero la herida ha abierto de nuevo sus labios. Al menos aquí, en la patria chica del Doctor Cariñanos.
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