sábado

Aarón

Para que un joven de 19 años se convierta en asesino, ha tenido que vivir en un entorno extraordinariamente violento.

Cuando ocurre un suceso así de terrible como el del instituto de Gerena siempre se me proyecta en la mente la misma secuencia. El sábado pasado a esta hora, ¿qué estaría haciendo Aarón? ¿Sería de los chavales que en fin de semana se va a ... jugar el tradicional partido de fútbol con los colegas? ¿Qué hizo hace una semana? Seguro que se estaría preparando para ir a ver alguna cabalgata de esos pueblos mineros o comprando el regalo para su madre o para su novia. Hoy, siete días después, su cuerpo yace bajo tierra o esparcido por las vegas y las riberas de Aznalcóllar. El miércoles, ¿qué sería lo último que aprendió en la clase del módulo de FP que cursaba antes de ir a la parada del autobús convertida en parada de la muerte? Es inimaginable pensar que este chaval de 17 años estaba haciendo muchas cosas por última vez en su vida.

Los psicólogos que escuchamos en estos días a propósito del crimen del Gerena no creen que las redes sociales con las que se obsesionan los jóvenes sean negativas en su origen. El cuchillo no es malo, lo malo es el uso que se hace de él. Esas redes, especialmente las empleadas por los chavales, han cambiado por completo la manera de relacionarse, de ligar, de amar, de conseguir una cita... Niños de 14 años hacen lo que otras generaciones no empezaban a practicar hasta pasados los 25. Ese es el contexto en el que ha encontrado la muerte Aarón. También esos mismos expertos señalan que para que un joven de 19 años se convierta en asesino ha tenido que vivir en un entorno extraordinariamente violento. Todo se pega. La educación y la violencia, un valor y un contravalor que se aprenden en la casa de cada uno. Cuando mis amigos no dejan que en sus casas se vean los programas en los que la gente chilla no es por censurar determinados formatos. Es por proteger a los menores. Y también a los mayores. Y si en la casa esto no se controla, los colegios, llenos en estos tiempos de asesores sociales orientadores y psicólogos, deberían detectar las conductas violentas -como la del asesino de Gerena- y poner el parche antes de que un chaval de 17 años pierda una vida que casi no había comenzado.

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