COMENTARIOS REALES
El voto vehemente
Los 886.592 votos que no fueron a parar a ninguna de las fuerzas que nos representarán en Bruselas, habrían obtenido 3 eurodiputados y encarnan la cuarta mayoría española
No comparto las descalificaciones que leo a diestra y siniestra contra los 3 escaños obtenidos por las siglas de Alvise Pérez, pues vivimos en un país libre y las elecciones son el escenario donde los distintos partidos compiten por el mercado político, tal como James ... Buchanan lo formuló en 'Politics and Public Choice' (2000). Y como en todo el mundo se ha impuesto la «ignorancia racional» —es decir, cuando el costo de adquirir conocimientos es inversamente proporcional al beneficio que supondría tenerlos—, los votantes de izquierda y derecha son tan irracionales como sus respectivos extremismos. Hablando en plata: los votantes de Alvise Pérez son tan vehementes como los de Podemos, Sumar, PSOE, PP o Vox, pues la mayoría vota «en contra de».
El número de votos en blanco en las últimas europeas fue 123.549 y el número de nulos fue 123.266. Sin embargo, la cifra más llamativa es la que resulta de sumar los sufragios de todos los partidos que no obtuvieron escaño en el Parlamento Europeo: 639.777. Por lo tanto, los 886.592 votos que no fueron a parar a ninguna de las fuerzas que nos representarán en Bruselas, habrían obtenido tres eurodiputados y encarnan la cuarta mayoría electoral española. Los 800 mil votos de Alvise Pérez ya son parte del sistema, pero cerca de 900 mil están a la intemperie y nadie repara en ellos.
Nuestros partidos sistémicos tienen suerte de que el único epifenómeno de la política española provenga de las redes sociales, pues Amancio Ortega, Florentino Pérez o Juan Roig arrasarían en cualquier elección. Estoy persuadido de que ninguno de los líderes de nuestros partidos sistémicos aprobaría el proceso de selección de alta dirección de los departamentos de Recursos Humanos de Inditex, ACS o Mercadona. Tampoco los creo capaces de obtener una cátedra universitaria por concurso público. En realidad, nuestros partidos sistémicos no son estructuras donde la jerarquía se alcance por la 'auctoritas' que conceden el talento, la excelencia o el conocimiento. Hay honrosas excepciones, pero escasas, marginales o neutralizadas.
Pero no nos engañemos, los políticos que tenemos son consecuencia de un sistema educativo que desprecia la ciencia y las humanidades, porque el mantra que asegura que las competencias básicas son más útiles que el conocimiento, se inocula desde la enseñanza básica hasta la universitaria. La lectura ha sido desplazada por una pazguatería digital que se declara alérgica a la memoria —ese atributo humano— y que apuesta por atrofiar el lóbulo izquierdo del cerebro fabricando «ignorantes racionales» alelados con las pantallas. Por eso nuestros políticos nunca se dirigen a quienes no piensan como ellos, porque no sabrían qué decirles. Sólo hablan para sus incondicionales y estimulan reacciones irracionales en busca del voto vehemente.
Los votantes de partidos sistémicos somos como el masoca que le ordena a un sádico que le pegue. El votante de Alvise Pérez es ese sádico, que nos dice que «no» mientras se relame.
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