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El mensaje de Mbappé: libres e iguales
A diferencia de Francia, en España sí hay futbolistas que rechazan el himno y la bandera, pero no se meten en política para no privarse de mundiales y eurocopas
Estamos tan acostumbrados a contemplar el mundo a través de las paredes de nuestra asfixiante burbuja política, que las palabras de Mbappé —«Estoy contra los extremos, contra los que dividen. Hay jóvenes que se abstienen. Tengo este mensaje para ellos: su voz cambia las cosas. ... Quiero estar orgulloso de defender a un país que defiende estos valores»— se han utilizado en España como un espaldarazo al sanchismo y para clavarle otro alfiler al muñeco vudú de la «fachosfera». ¿Será así, en realidad? ¿Pedirá el voto Mbappé para ese Frente Popular donde Mélenchon y Glucksmann evitan aparecer en la misma foto? De ninguna manera: Mbappé se ha pronunciado contra Rassemblement National (RN) —sin mencionarla— por las razones que paso a exponer.
La diversidad racial francesa se incrustó en el imaginario mundial cuando Yannick Noah ganó Rolland Garrós en 1983, pues el último tenista francés en llevarse aquel torneo fue Marcel Bernard en 1946. Sin embargo, como Noah había nacido en Camerún, a Jean-Marie Le Pen no le hizo gracia que un deportista africano encarnara a Francia. Al viejo Le Pen tampoco le gustó que Jean Tigana (Mali) y Luis Fernández (España) representaran a Francia en el Mundial de 1986; aunque sus peores invectivas las arrojó contra la convocatoria de la selección del Mundial de 1998, donde muchos futbolistas habían nacido fuera de Francia o eran hijos de la inmigración, como Lama (Guayana), Vieira (Senegal), Djorkaeff (Armenia), Desailly (Ghana), Zidane (Argelia), Diomède (Guadalupe), Thuram (Antillas Francesas), Karembeu (Nueva Caledonia) y Trezeguet (Argentina). Para Jean-Marie Le Pen, esa selección era «repugnante» y acusó a los jugadores de no sentirse franceses ni de saber cantar la Marsellesa, pero tuvo que hacer gárgaras con su odio porque aquellos jugadores de color extraño ganaron la Copa del Mundo y desde entonces a los hinchas franceses les tiene sin cuidado que sus estrellas sean hijos de inmigrantes. Las declaraciones de Mbappé debemos interpretarlas dentro de este contexto y no extrapolarlas a nuestro barrizal, que nada tiene que ver con el tremedal francés.
Mbappé no está en contra de la propiedad privada ni ha satanizado a la economía de mercado, como festeja la parroquia progresista. Más bien, está a favor de que los inmigrantes y su descendencia sean aceptados y reconocidos como ciudadanos franceses, libres e iguales. Por eso mismo, me apresuro a negar que nuestro Unai Simón sea un facha peligroso por afirmar que los futbolistas no deben hablar de política. Pero… ¿y si Unai estuviera dentro del bloque progresista de la investidura? De hecho, Piqué y Guardiola empezaron a hablar de política apenas dejaron el fútbol y entonces descubrimos que nunca les hizo ilusión jugar en la selección española, pero se quedaron calladitos para tener la experiencia de jugar los mejores torneos. A diferencia de Francia, en España sí hay futbolistas que rechazan el himno y la bandera, pero no se meten en política para no privarse de mundiales y eurocopas.
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