Mi ley contra Milei

«El matiz viene después / cuando lo hacen por debajo del mantel»: no se confundan. No hay nada sexual debajo del mantel, sino pura ansiedad populista. ¿Habrá algo más rentable para un gobernante que un implacable enemigo exterior? El Skywalker libertario atacado por el Darth Vader socialista y el progre Aquamán sostenible insultado por el contaminador ultraderechista Black Manta. Y como todos sabemos, Darth Vader es el padre de Skywalker y Black Manta quiere cargarse a la esposa de Aquamán.

«Un amor por ocultar / aunque en cueros, no hay dónde esconderlo»: los súper héroes populistas no saben quedarse callados. Y como uno está en campaña electoral y el otro rompió en rockero en Luna Park, las cazadoras de piel y las gabardinas de Matrix se han convertido en los supertrajes ideales para meterse con el otro. Como en aquel cuento de Borges —«El encuentro»— donde un par de cuchillos convierten a dos parroquianos que discuten en auténticos malevos, las chupas de cuero ponen a nuestros caudillos en ebullición.

«Lo disfrazan de amistad / cuando salen a pasear por la ciudad»: lo disfrazan de enemistad, en realidad, cuando van a mitinear por la ciudad. Ambos gobernantes se han dicho de todo y nada bonito, pero a cada uno la performance le ha venido de lujo, pues ha galvanizado a sus hooligans y apretado sus filas.

«Una opina que aquello no está bien, / la otra opina que qué se le va a hacer»: no es un diálogo de sordos, sino una carajicomedia muy bien sincronizada, donde uno vocifera mientras el otro hace pucheros y luego el compungido chincha sardónico para que el ofendido estalle indignado. Es fantástico, porque ambos se consideran víctimas, como en las modernas fábulas woke.

«Quién detiene palomas al vuelo / volando a ras del suelo»: Mi ley contra Milei. No se puede volar más bajo, es verdad, aunque lo sorprendente es el resumen y conclusión de la historia: un ministro socialista insinuó que Milei se drogaba, Milei afirmó en un mitin de Vox que la esposa del presidente del gobierno español era corrupta y Pedro Sánchez reaccionó echándole la culpa al Partido Popular.

Con excepción del asalto a la embajada española en Guatemala (1980), España sólo había retirado a su embajador de un país latinoamericano en 1975, cuando el presidente mexicano Luis Echeverría condenó los fusilamientos del franquismo. Por lo tanto, Franco y Pedro Sánchez son los únicos gobernantes españoles que han retirado a sus embajadores de un país hispanoamericano en los últimos cincuenta años.

«Volando a ras del suelo»: Mi ley contra Milei.