COMENTARIOS REALES
La hemiplejia bolivariana
La narcodictadura de Maduro aprovechó la tolerancia, propició la connivencia y ahora exige la complicidad de Sánchez, paralizado por la hemiplejia bolivariana
Echo en falta que España no sea el país que lidere la exigencia de honradez, legalidad y transparencia al régimen autoritario de Nicolás Maduro, porque al inhibirse y no dar el paso al que obligan la ética y la decencia, el gobierno de Sánchez le ... impide a España cumplir el rol que le correspondería en un contexto global enrarecido por las guerras, los populismos, el narcotráfico y la banalidad como espectáculo. Es el momento internacional de España, porque ni Francia ni Estados Unidos están en condiciones de plantarse ahora mismo ante el tirano bolivariano. ¿Por qué Pedro Sánchez no es tan rotundo como Felipe González o Josep Borrell? ¿Por qué no anuncia que España no reconocerá los resultados hasta que no se publiquen las actas del escrutinio? Porque Pedro Sánchez padece la hemiplejia bolivariana.
No es posible apoyar al mismo tiempo a Ucrania y a Maduro. No es posible estar en sintonía al mismo tiempo con la UE y con Maduro. No es posible arropar al mismo tiempo a Sergio Ramírez y a Maduro. No es posible defender al mismo tiempo los derechos humanos y a Maduro. No es posible estar al mismo tiempo en el bloque del mundo libre y en el de Maduro. En realidad, no es posible combatir el narcotráfico y al mismo tiempo sostener a Maduro. No es posible distanciarse de Irán y al mismo tiempo acercarse a Maduro. No es posible ironizar sobre la legitimidad de las elecciones que ganó Milei en Argentina y al mismo tiempo quedarse callado ante la farsa electoral perpetrada por Maduro.
El régimen bolivariano nunca fue un gobierno de izquierdas decente como los de Chile o Uruguay, abierto al diálogo y la posible alternancia. Todo lo contrario: llegó para atornillarse en el poder a través de la toma de las instituciones, el asalto del poder judicial y las subvenciones manirrotas. La riqueza de Venezuela se dilapidó manteniendo la respiración asistida del castrismo, apoyando a candidatos y regímenes que replicaron el chavismo en otros países, desestabilizando a los gobiernos latinoamericanos poco afines, y financiando a profesores y políticos europeos que todavía pregonan por esta península rusa las presuntas «excelencias» bolivarianas. Pero los millones de petrodólares se acabaron y ahora es el narcotráfico quien engrasa un sistema cada vez más corrupto, brutal y represivo.
El 70% de los partidos que apuntalan al gobierno de Sánchez se ha declarado a favor de Maduro y todavía no sabemos qué piensa el 30% restante, donde —en teoría— está el PSOE. ¿Por qué Sánchez mantiene un perfil tan bajo comparado con otros presidentes latinoamericanos de izquierdas? Me encantaría que Sánchez fuera tan claro como Boric o siquiera receloso como Lula y Petro; pero da la impresión de tener rabo de paja por temor a sus aliados, a la misteriosa misión «Plus Ultra» de Zapatero o a los posibles enjuagues de Koldo, Ábalos, Aldama y otros oportunistas.
La narcodictadura de Maduro aprovechó la tolerancia, propició la connivencia y ahora exige la complicidad de Sánchez, paralizado por la hemiplejia bolivariana.
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