La Bienal de Flamenco en el Lope de Vega

La Bienal de Flamenco de Sevilla es el gran festival planetario de lo jondo, y a su imagen y semejanza han surgido «otras bienales» flamencas, como las de Málaga y Granada en Andalucía, la de Madrid en la capital del reino, la de París en el Teatro Nacional de Chaillot, la de los Países Bajos promovida desde Utrecht(ra) o la de Querétaro en México. ¿Obtiene algún rédito nuestra Bienal de Flamenco por la clonación de su marca? Ninguno. Qué diferencia con la marca «Flamenco Festival» [pronúnciese «féstival»], que nació en Nueva York, luego pasó a Londres y en cualquier momento pellizcará en Australia. Otro caso ejemplar de márketing es el «Asia Flamenco Festival», que bajo la misma denominación celebra sus ediciones en China, Japón, Tailandia y Corea del Sur, con una enorme participación de artistas flamencos orientales e hispanoamericanos. ¿Por qué no participan más artistas flamencos andaluces en Corea o China? Primero, por presupuesto y, segundo, porque para muchos asiáticos un chileno, un español y un argentino somos todos igualitos.

El caso es que la Bienal de Flamenco de Sevilla no sólo debería ser una marca muy protegida y exclusiva, sino que además debería contar con una sede propia, a la altura de su prestigio y singularidad. El Centro Cerámica Triana siempre fue una sede provisional, pero desde diciembre del año pasado sabemos que el Ayuntamiento de Sevilla ha decidido que la Bienal de Flamenco tenga su asiento definitivo en la antigua fábrica de Artillería, según lo previsto en el Plan de Ordenación de Espacios Expositivos diseñado por la Delegación de Turismo y Cultura. Y aquí es donde me permito aventurar que la identidad de la Bienal de Flamenco podría diluirse dentro de un «contenedor» de iniciativas culturales —maravillosas todas, por supuesto— que no tienen ni su presupuesto, ni su prestigio, ni su repercusión universal. Artillería es un espacio extraordinario, pero a la Bienal de Flamenco de Sevilla le vendría de lujo tener su sede en el Teatro Lope de Vega.

El Teatro Lope de Vega —junto con la Plaza de España y el Parque de María Luisa— es uno de los grandes legados de la Exposición Iberoamericana de 1929. No se me ocurre espacio más idóneo para la Bienal de Flamenco, porque así sería entronizado como el primer escenario flamenco del mundo. Si la Bienal de Flamenco terminara en Artillería, le ocurrirá lo mismo que al Teatro de la Maestranza, que debería haberse llamado Teatro de la Ópera de Sevilla —a secas— para no desperdiciar un prestigio operístico tan potente.

La Bienal de Flamenco de Sevilla necesita una sede exclusiva y majestuosa como el Teatro Lope de Vega, cuya restauración y reapertura —por cierto— urge.