La Cabalgata de Sevilla 2025: un informe de alta

La organización del Ateneo es una maquinaria casi perfecta –lo perfecto suele ser artificial–. Todo comienza temprano, mientras aún suenan las cornetas y tambores en Semana Santa, esas mismas que luego sonarán en la majestuosa salida de la Cabalgata.

En una nave fría y austera, operarios manejan corcho, purpurina y pegamento bajo la batuta de un artista con alma barroca. Modistas dedican largas jornadas a cada puntada, asegurándose de que quien porte su ropa brille con luz propia. Incluso el cortejo cuenta con un diseñador que trabaja sin descanso, ya sea domingo o festivo.

Detrás de cada detalle hay un equipo entregado. Encargados que coordinan a los beduinos, maquilladoras que resaltan las mejores facciones de cada personaje, bodegueros que organizan toneladas de caramelos con precisión, y una periodista que sufre con cada comentario emitido omitido como si de su familia hablaran. Y otros actores secundarios, que se cuadran en el patio del Ateneo como si un rey entrara, o rellena cada ficha de todos los que irán en la Cabalgata encargándose de que quedemos grabados en la historia de Sevilla para siempre.

Finalmente, ellos, los líderes: el presidente del Ateneo y sus lugartenientes, cuya dedicación y planificación al más mínimo detalle hacen que todo parezca sencillo, hasta el punto de que tras terminar la cabalgata no sabes cómo emprender tu vida cotidiana sin un guion preestablecido.

No me olvido del Ayuntamiento y todo el personal con alma de beduino que trabajan para que el guion se cumpla sin paliativos.

Como todo informe de alta, termino con una recomendación: cuidemos a quienes hacen posible esta magia. Solo así, durante muchos años, podremos vivir de nuevo esta tradición única que une a niños, adultos y ancianos en un mismo sueño que deja a Sevilla sin aliento.