pásalo
Sánchez contra el lobo feroz
Sánchez sin ellos no es nada. Una lágrima en el mar. Un pirata sin barco
CON un corte de tijeras de maestra del oficio, la empresaria del textil catalán y portavoz de Junts, la señorita Miriam Nogueras, la del bien amueblado comedor, le cosió el otro día un traje al PSOE que ni el del rey desnudo. Talle, mangas, largo ... y vuelo los hilvanó con el hilo negro de la censura política, dando puntadas orales como estas: gandules, trileros, manipuladores, prepotentes, incumplidores, negligentes y piratas. Algunos de estos cariñosos calificativos no le son ajenos ni a su jefe, un fugado de la justicia por golpista, ni a otras muchas maniobras de su banda en la práctica de su política secesionista. Dios los cría y los intereses los juntan. Pero lo relevante es que escenificaba una ruptura comercial y política de uno de los puntales societarios de Sánchez, que sin ellos es como una lágrima en el mar. Nada. Un perdedor nato. O un trilero sin bolita. O un pirata sin barco. La bronca entre ambos socios le costó al PSOE la goleada en el congreso del rechazo del llamado decreto ómnibus. Y fiel al traje que le cortó la Nogueras al PSOE, manipuladores al fin, buscaron un culpable: el PP. No su socio que los dejó tirados y votó en contra. La culpa siempre es de la derechona…
A Sánchez le importa una breva que las pensiones no se actualicen ni los bonos del transporte suban de precio. Lo que realmente le interesa es buscar un culpable político a quien imputar su marrullería de casino barato. Los pensionistas son un mercado electoral tan jugoso como fácil de emocionar y confundir. Por lo que lo que no era difícil sacar al lobo feroz a pasear por esos parques de la opinión donde los pensionistas, confundidos, interiorizaban lo que les llegaba que había pasado en el Congreso como una cacicada más de la derecha patria, tan caníbal y salvaje que ni a los mayores respeta. Y se inventó el dolor social. Eso es lo único que le interesaba. Escenificar la bondad y la maldad. El lobo feroz que se come a los pensionistas y el Guillermo Tell que los defiende. Hay que sumar adeptos en el mercado de antigüedades: doce millones de votos. Había unanimidad en el arco parlamentario para sacar adelante la actualización de pensiones y el bono de transportes. Pero por separado. No dentro de una talega de culebras con más de ochenta propuestas que van desde la subida de impuestos a las cargas contra las energéticas. Ni que hubiera aprendido con Trump…
Las cuentas, tras lo de Junts y lo que pueda venir, no le salen a este Guillermo Tell carnavalero. Y una legislatura sin presupuestos y con los socios pidiéndole lo que les debe, no ofrece mucha esperanza de vida. Suenan las trompetas de un final de legislatura, pese a que la encendida señora Montero, con tono de tablao flamenco a la hora del gallo, diga que al gobierno le queda mucho tiempo por delante. Si de verdad cree eso, colijamos que no se ha enterado aún la razón por la que ella está en Andalucía pidiéndole al partido fuerza y unión…
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