PÁSALO
Las redes no son periodismo
Pese a la crudeza de las imágenes los compañeros estaban haciendo su trabajo, hacían periodismo
Lo que está para ti, porque el destino lo escribió sobre una estrella tenebrosa, no hay quien te lo quite. El destino se cumple sobre un tablero que lo mismo vale para la gloria que para un derroche de dolor. Wilde mantenía que el dolor ... es solo patrimonio de las almas hermosas. A veces pienso que es un aforismo el del escritor irlandés tan cargado de pesimismo que cada vez que lo leo salgo corriendo. Pero retrata la corta y juvenil existencia de Álvaro Prieto. Desde que desapareció sin dejar rastro visible para los que lo buscaban, se han ido sucediendo en las redes sociales una catarata de opiniones, la mayoría sin base científica y más cerca de la vieja del visillo que de alumnos formados en alguna escuela de periodismo. Pistas falsas, inventadas, interpretaciones terraplanistas y, en mitad de esta conjura de necios, la familia destrozada de un chico que, finalmente apareció, grabado por la cámara de una gasolinera y la de dos compañeros de profesión que hacían un directo con la tele nacional. Eso es, pese a la crudeza de las imágenes, periodismo. Lo de las redes, el termómetro de nuestra enajenación social.
Vaya por delante que cuando uno estudiaba periodismo, el redactor jefe solo quería noticias impactantes. Como hoy. En absoluto peleados con la estética de Quentin Tarantino y a alguna escena borracosa de Sam Peckimpah. Me mandaron reportear a un Grapo que le estalló en sus manos un artefacto que manipulaba en los Jardines de Murillo. Me encargaron que me trajera las imágenes humeantes de un cuerpo hecho un guiñapo que colgaba de unos de los ficus de aquel jardín. Recibí felicitaciones, porque según el libro de estilo de la casa, una noticia no hay que rebajarle su intensidad. Nos estábamos adelantando al periodismo gore. Todavía tengo en la nariz el olor chamuscado de aquel terrorista. Se estaba convencido de que las terapias de choque, que más tarde hicieron suyas la Dirección General de Tráfico y la Tabacalera, actuaban en favor de la opinión pública, buscando su beneficio. La diferencia es que se hacía periodismo, mejor o peor, pero la información estaba en manos de profesionales, no de influencer, por ejemplo.
El caso tristísimo de Álvaro Prieto ha planteado el debate de si la prensa debe entrar en este tipo de noticias como por ejemplo se entra en lo que está pasando en Gaza. Me hice periodista en aquellos años donde no existían las redes, ni ochenta mil seguidores en una cuenta en redes. Pero ya se llevaba de fábrica el respeto por el dolor ajeno con el que empatizabas a la hora de escribir. Ahora que sabemos cómo se fue de la tierra Álvaro Prieto, solo nos queda escuchar a Renfe, Adif y a la Policía, que es estos casos hace eco el nombre de Marta…
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