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PÁSALO

El primer umbral

Sigue habiendo gente que prospera: los que no tienen corazón

Félix Machuca

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En un día tan señalado como el de mañana hay dos formas de entrar: con una resaca de instituto anatómico forense o haciendo palmas al ritmo de la marcha Radetzky del concierto de Año Nuevo de Viena. Es usted libre de elegir una de las ... dos. Y quedarse con la que más le guste. Seguro que no se salva nadie de haber pisado el primer umbral del año nuevo con un dolor de cabeza de garrafón o con los elegantes planos de la Sala Grande de la Musikverein vienesa levitando con el concierto de Año Nuevo. En cualquier caso, tantos a unos como a los otros, se les desea lo mejor para este año. Me ahorro lo de la prosperidad porque, el animalito, sale de chiqueros subiendo el iva de la luz y el gas, razón por la que no dejo de santiguarme y de escuchar el Lucky man de Emerson, Lake and Palmer. Y regodearme en su estribillo: era un hombre afortunado. Porque en la calle le esperaban damas vestidas de satén y su cama estaba hecha con finas sábanas de oro bordado. Era un hombre afortunado... Hasta que fue a la guerra, le pegaron un tiro y se acabó tan bonita historia. Algo de eso nos pasa con el tránsito de la Nochevieja al Año Nuevo, cuya efusividad dura lo que tarda en llegar el primer recibo de la luz.

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