pásalo
Lenguas y deslenguados
Se trataba de ganar, de sumar un kilómetro más con la lengua fuera
SALTÁNDOSE el reglamento y votando a favor de lo que hace un año se rechazó por lógica política, esta vez lo han logrado. Las lenguas vascas, catalanas y gallegas han entrado en el Congreso, para que algunos se la sacarán a los hispano hablantes. Los ... diputados plurinacionales ya pueden hablarnos en sus lenguas parroquianas. En el Congreso de España, han entrado de pleno derecho las lenguas cooficiales que lo son solo en sus territorios, no en el Estado, lamiendo el dulce azúcar de la victoria, diga lo que diga Rufián, porque de eso trataba la ocurrencia. Lo de celebrar la riqueza lingüística es un camelo. Le cortaron una rodaja más al salchichón de la gula política, insaciable siempre, como lo definió hace unas jornadas el propio Alfonso Guerra. Y como no podía ser de otra forma, una y cada una de las intervenciones en sus lenguas terruñales, estuvieron marcadas por un revanchismo medido, cuantificado pero jamás disimulado. Al revés. Por esas boquitas que hablaron en vasco, en catalán y en gallego hubo siempre un recado para refregar que un día histórico como el del martes, sirvió para avanzar en el logro de la idea. Y la idea es la de siempre: son una nación, son diferentes, tienen identidad propia y forman una comunidad propia. Tan es así que la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, sin que alarmara con síntomas de haber catado mucho cava, alardeó de que esto no va de reencuentros, ni de partidos. Va de país. Y de la autodeterminación ya nos hablarán cuando pasen unos días.
A Guerra le debió parecer el teatrillo plurinacional de lo más indigesto puesto que, en una sola mañana, le dieron al salchichón un corte de desayuno de peón caminero, dejándolo casi al final del pellejo, por donde le cuelga la latilla de la marca. Nos han querido vender la venialidad, casi insustancial, del momento histórico del Congreso deslenguado. No pasa nada. No se va a romper nada. Pero las palabras de los portavoces rompían con todo. Sobre todo, el liviano cristal de los ingenuos que se empeñan en ver lo que los ojos de sus líderes socialistas y sumanderos. A ellos se les rompía las manos como si fueran focas de circo merendándose la sardina con las que el instructor les premiaba la habilidad de mantener el balón de colores sobre sus narices. Y se felicitaban de la proeza de tener un Congreso multilingüe. A mí lo de tener un congreso multilingüe me la refanfinfla. Más me alcanza el hecho de que se haya instaurado por el chantaje de las minorías. Nunca es aconsejable que se rían en tu cara y encima pagues la convidá.
Mientras sucedía todo, el señor de la Moncloa, estaba en una sesión de la ONU en Nueva York. Por si alguien se fuera de la lengua… Sigue en su tarea de vender coches de segunda mano que, de momento, en la UE no se lo compran, aplazando Ad kalendas graecas la inclusión de las cooficiales en la Unión. De una vez por todas habría que preguntarle a don Sánchez si la que tiene montada es para perpetuarse en el poder o porque su idea de España está más cerca de lo que piensa Puigdemont que de lo que le costó su plaza en el PSOE a Nicolás Redondo, por ejemplo…
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