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Itálica, esa locura

El anfiteatro de Itálica está unido al de Híspalis por la emulación y el prestigio

Félix Machuca

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Conocida la monumentalidad, dimensiones y aforo del anfiteatro de Itálica, el segundo más grande del imperio tras los últimos datos avanzados por la arqueología, se cae en la tentación de darle una explicación al paradero desconocido en el que se encuentra el de Híspalis. ¿Dónde ... está el anfiteatro de Híspalis, la rica ciudad comercial y mercantil a orillas del Betis? ¿Qué fue de él? ¿Existió o lo hemos ido levantado en el imaginario de nuestra fantasía en función de la importancia de la Sevilla alto imperial? Con un anfiteatro como el de Itálica, donde cabían unas treinta y cinco mil personas, dos veces la población de la ciudad que lo albergaba, ¿era realmente necesario un anfiteatro en la ciudad del otro lado de las marismas y el río? ¿No cubría todas las demandas del territorio inmediato a Itálica un mega edificio que igualaba en capacidad al actual estadio del Sevilla FC? ¿Por qué tirar el dinero en otro que nunca podría igualar la calidad de los juegos y el derroche suntuario del que había mandado levantar Hadriano muy cerca del actual Ventorrillo Canario? La respuesta te la da de forma inmediata eso que Genaro Chic ha divulgado entre sus discípulos, la economía de prestigio y la economía de mercado. Itálica es un anticipo histórico de un estado mental muy local del que hicieron marca los futuros canónigos de la Catedral, cuando acuñaron aquello de hagamos una obra tal que los siglos venideros nos tomen por locos…

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