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Las esmeraldas de Isis

Aquellas minas romanas en el desierto egipcio se entienden hoy como una explotación minera en Marte

Felix Machuca

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Las mariquillas macarenas que luce la Gran Señora del Arco, regaladas en su día por el torero Joselito el Gallo, son el eslabón de una larga cadena de oro, plata y fe a la que podríamos buscarle, con paciencia arqueológica, su origen. Que arrancaría mucho ... antes de que Roma explotara en el alto Egipto, en las tierras desérticas de Sikait, en el parque nacional de Wadi El Guemal, un asombroso complejo minero de esmeraldas. En Guadix, la Colonia Iulia Gemella Acci romana, dos señoras de la élite, Fabia Fabiana y Livia Chalcedonica, antes que Joselito el Gallo, ya le regalaron un surtido de esmeraldas de las minas egipcias de Sikait a la diosa Isis, como lo refrendan los estudios científicos. Esas minas eran las únicas en explotación del imperio en un lugar tan poco acogedor situado cincuenta kilómetros en el interior del desierto y a sesenta del puerto marítimo más cercano en el Mar Rojo, Berenike. Si se me permite el exceso, para hacernos una idea del interés minero de aquel complejo integrados por 370 minas registradas hasta el momento, tendríamos que ponernos en modo ciencia ficción y entenderlo como una base minera en un planeta como Marte.

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