pásalo
Cazafantasmas
A Sevilla no la dejan los fantasmas jartibles que se multiplican como jaramagos
¿Somos una ciudad fantasma? Lo que viene siendo la calle Regina es un escenario espectral donde se te aparecen niños llamando a su mamá. Y el del Parlamento es tan legendario como el de la ópera cantando a la transparencia democrática. ¿Qué me dicen ... de los que volvían locos y cagalíticos a los trabajadores que restauraban la iglesia de San Luis de los Franceses que aseguraban verlos traslúcidos reflejados en los muros del templo y los destemplaban cambiándoles de lugar las herramientas de trabajo? Entre las pozas de garum del Antiquarium de las Setas también se registran espectrales apariciones de seres de otra dimensión, tal y como pasa en algunas casas trianeras. Sevilla une a su atractivo natural este otro sobrenatural que, de alguna forma, agranda su leyenda, aunque a veces ambos planos se confundan. Todavía sigo sin entender cómo fue que la serie Cazafantasmas no se inspiró en esta ciudad donde hay que salir a la calle pertrechado con un paquete de protones para evitarlos.
Al no me ha dejado de nuestra heráldica local habría que añadirle lo del fantasma jartible. A Sevilla no la dejan los fantasmas que se multiplican como jaramagos en el canal de la Cartuja. Hay fantasmas en las casas consistoriales, en la Diputación, en Las Cinco Llagas y en las Atarazanas. Hay fantasmas en Nervión y en Heliópolis. En nuestras hermandades y en nuestros colectivos sindicales. ¿Buscan los fantasmas una ciudad idónea para celebrar un congreso internacional sobre apariciones espiritistas? Ahí tienen Sevilla y su Alcázar donde sobran espectros que lo sepan defender del uso abrasivo al que se le somete. ¿Buscan los lémures a creativos que sepan darle un vuelco a su tradicional indumentaria y conviertan la sábana en un atavío de la leche como el de la Pedroche? Aquí los hay así, a manojitos. ¿Buscan los fantasmas del postureo una pasarela para darles visibilidad máxima a su exhibicionismo? Aquí tienen el paseo Colón para descubrirles al mundo su impostura.
Es el lugar idóneo, el sitio ideal. Sevilla ciudad fantasmagórica. Quizás como otras tantas. Porque todos llevamos dentro un fantasma que invoca a mamá por la calle Regina o juguetean con las herramientas de los obreros de San Luís de los Franceses. Nadie se escapa a esa tentación. Ser fantasma es divertido. Ya luzca sábana o corbata gorda. Ya pertenezca a un club social exclusivo o a una comunidad de vecinos. Ser una de las capitales del mundo en fantasmagorías no deja de ser un título importante. Un miedo fantasmal a la lluvia se nos ha metido en el cuerpo. Como si esto fuera el barranco del poyo valenciano. Adelantaron la llegada de los Magos y se nos apareció el fantasma de la duda y la polémica: ¿ es más conveniente aguantar el chaparrón o no ser puntual con la Epifanía? En esas fantasmadas estamos…y muchos rogando que hoy caigan chuzos de punta.