pásalo
La candidata a palos
Marichús se encontrará con su propio pasado y con un partido con más tribus que Israel
No es fácil dejar la capital y aceptar un traslado cuartelero a provincias. Digo lo de cuartelero porque lo es todo lo que se cumple por la orden de la superioridad y contra tu deseo. El que manda, manda y bolas al cañón. Madrid es ... el sueño de todo político, el doctorado de una carrera, un destino goloso. Y quien prueba la nata del pastel se vuelve adicto a la azucarera. Por eso mismo que te obliguen a bajar los escalones del ministerio y coger el AVE de vuelta a provincias no deja de ser una muy mala noticia. Algo que se acepta multiplicando cristalitos en la barriga y cuadrándose ante el mando superior, una mezcla de odio a tu suerte y de lealtad a las ordenanzas. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya le han sacado su billete de vuelta, para elevar la moral de la tropa socialista andaluza. Una moral absolutamente destrozada. Como la de un equipo al que le meten una manita en cada derbi y lo llora hasta el masajista. Sin liderazgos emergentes, sin banderas en las que creer, se acuerdan de Marichús como sales para un noqueado. Es lo más parecido a Marilyn viajando a Corea o Marta Sánchez a la guerra del Golfo. Viene con un encargo dificilísimo: hacer un milagro, poner a hervir la sangre socialista y borrar del mapa a Moreno Bonilla.
Sabe a lo que viene y conoce mejor que nadie el patio que le han mandado alicatar. Por eso se ha defendido como gato panza arriba para agarrarse a los leones de las Cortes como se encadenó el torero Camarena en la Catedral. Ni a palos quería venir a provincias. Replicando la pataleta de Manuel Chaves cuando, en el siglo pasado, le ordenaron dejar el ministerio de Trabajo y bajar a la polvarea andaluza para ser candidato a la Junta de Andalucía. La historia siempre se repite. Pero la Montero lo tiene más crudo que Chaves. No supone tan solo mancharte los zapatos con la pringue provinciana. Chaves vino a un partido ganador. Marichús se va a encontrar con su propio pasado y con un presente orgánico con más tribus que Israel. Y su pasado tiene demasiados inconfesables en el armario…
Le tendrá que dedicar al partido tanto tiempo como a maquillar su pretérito imperfecto. Aquel donde se disfrazó de Juana de Arco para reclamarle al gobierno de Rajoy la deuda histórica y que olvidó minutos después de sentarse en el sillón del ministerio, convirtiéndose, con talento de transformista, en la Monja Alférez más entusiasta de la reforma fiscal y el cupo catalán. Esas verrugas no son fáciles de maquillar y embrujan tu rostro político con simples pinceladas de una oposición que la conoce sobradamente. No me extraña que no quisiera regresar y, como recuerda el precandidato Luis Ángel Hierro, se haya convertido en la candidata a palos…