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pásalo

La candidata a palos

Marichús se encontrará con su propio pasado y con un partido con más tribus que Israel

Félix Machuca

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No es fácil dejar la capital y aceptar un traslado cuartelero a provincias. Digo lo de cuartelero porque lo es todo lo que se cumple por la orden de la superioridad y contra tu deseo. El que manda, manda y bolas al cañón. Madrid es ... el sueño de todo político, el doctorado de una carrera, un destino goloso. Y quien prueba la nata del pastel se vuelve adicto a la azucarera. Por eso mismo que te obliguen a bajar los escalones del ministerio y coger el AVE de vuelta a provincias no deja de ser una muy mala noticia. Algo que se acepta multiplicando cristalitos en la barriga y cuadrándose ante el mando superior, una mezcla de odio a tu suerte y de lealtad a las ordenanzas. A la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ya le han sacado su billete de vuelta, para elevar la moral de la tropa socialista andaluza. Una moral absolutamente destrozada. Como la de un equipo al que le meten una manita en cada derbi y lo llora hasta el masajista. Sin liderazgos emergentes, sin banderas en las que creer, se acuerdan de Marichús como sales para un noqueado. Es lo más parecido a Marilyn viajando a Corea o Marta Sánchez a la guerra del Golfo. Viene con un encargo dificilísimo: hacer un milagro, poner a hervir la sangre socialista y borrar del mapa a Moreno Bonilla.

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