pásalo
La buena muerte
Las academias, lejos de su cliché vintage, viven en plena actualidad
Indi Gregory, una bebé de ocho años, londinense, ha sido nacionalizada de urgencia por Italia para que la medicina romana siguiera con su tratamiento que combate su patología mitocondrial. Un alto tribunal inglés había concluido desconectarla y, consecuentemente, dejar de luchar por su vida. No ... menos atención ha levantado el caso gallego de una madre que negó la entrada en su casa a los sanitarios que, debidamente autorizados, iban a dar fin a la existencia de su hija, para librarla de la cruz dolorosa que carga por culpa de la ELA. Vienen estos ejemplos como aceite a las espinacas para rescatar el argumento central del discurso de ingreso en la Fundación de la Real Academia de Medicina, que preside el doctor Carlos Infantes, del conocido letrado sevillano Joaquín Moeckel. Semanas atrás, el jurista del Arenal, le echó valor y argumentos a su tesis sobre el derecho a una muerte digna, que no tiene nada que ver con la eutanasia, defendiendo ante los académicos de Medicina que el derecho a la curación es inexistente. Una enfermedad puede ser incurable y poco margen dan algunas patologías para ejercer ese derecho. Sí, es un dato objetivo que la buena muerte, de la que esta ciudad sabe mucho por su advocación universitaria, existe y no exige la intervención de una tercera mano que acelere el final.
Tenemos de las academias el equivocado cliché de que subsisten en un mundo paralelo, en un reflejo vintage que huele a naftalina, como dicen las lenguas más perversas que es el aroma que desprenden los fracs de algunos de sus miembros. Es evidente que tal estado de opinión, además de falso, es tremendamente injusto, abundante de prejuicios con mala baba. Recientemente, la Academia de la Historia, se ha metido en el charco que otros, por correctísima conducta política evitan, señalando que la EBAU tendrá efectos muy negativos en la conciencia histórica de los jóvenes. Ya ven que, lejos de parecer covachas con telarañas en sus rincones o refugios de autoridades con oxidada visión del mundo, viven la actualidad sin reparos, ya sea con González Trevijano, ex presidente del Tribunal Constitucional, defendiendo el Derecho a la Salud o con Moeckel, mostrándose frontalmente contra de la eutanasia. Resulta evidente que alguien con los principios jurídicos, morales y religiosos que tiene Moeckel piense así. La muerte digna no tiene nada que ver con la eutanasia. Otros, en todo su derecho, piensan muy diferente.
En un país donde se subvenciona hasta la compra de videojuegos, resulta inevitable pensar que el sistema se ahorra presupuesto desconectando máquinas como el tribunal inglés quiso hacer con Indi Gregory. No estaría de más que para casos extremos como los descritos, antes de utilizar la tercera mano, se hiciera uso de una ayuda asistencial a los familiares que padecen los rigores de un final que no quieren que se dé mar adentro…
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