PÁSALO
Ataque de dignidad
Para que prospere la cotorra Kramer deben existir los gorriones...
Los ataques de dignidad encumbrando la honradez de los planteamientos a cimas casi bochornosas, los borda la ministra de Transición Ecológica Teresa Ribera, que en esos casos se viene tan arriba que no hay más remedio que acordarse del Duero y brindar por sus ocurrencias. ... Desde lo alto del andamio, con la brocha más gorda que encontró para encalar el tema Doñana, ha escrito en la pared que no negocian ilegalidades, que el gobierno andaluz o retira el proyecto de ley sobre la reserva ambiental o no hay diálogo. No se le notó ningún tic de duda cuando lo dijo. Se sintió artista y se echó a la pista para hacer el número de la cabrita con una elegancia difusa. ¿De verdad que su gobierno no se sienta a negociar ilegalidades? ¿Está usted segura? Habrá quien recuerde ilegalidades flagrantes negociados con los amarillentos del noreste. Hasta el punto de que a una banda de sediciosos le cambiaron las consecuencias de sus delitos haciéndoles un Derecho Penal a la carta. En el aeropuerto del Prat hay un humedal amenazado del carajo de la vela: La Ricarda. Pero allí no hay quien se meta para hacer electoralismo. Para hacer electoralismo ya está Doñana, esa laguna mental en los arrebatos ambientalistas de la ministra…
Aquí se negocian todas las ilegalidades de las que queramos hacer memoria. Y muchas de ellas llevan la firma del gobierno al que pertenece la señora Teresa Ribera. La salida de tono de su señoría ha expresado la realidad subyacente en esta cuestión: que el Coto les importa lo que vale una herida electoral y que, conforme más dure en el tiempo, más desangra al que propuso poner en orden los pinchazos, el acuífero y el presente de más de seiscientas familias que comen de los frutos rojos. Todos estos flecos son herencia de una gestión previa pésima y cien por cien socialista. Doñana, es lo único importante en esta cuestión. Doñana está por encima de todo. Doñana no se toca. Doñana, al parecer, tampoco se negocia. Porque es una ilegalidad. ¿Cuál es la ilegalidad si aún la ley es un proyecto y como tal está abierto a borrar y añadir lo que corresponda en el transcurso de la negociación? ¿Por qué ese empeño en no hablar sobre Doñana más allá de convertirla en el mártir de una causa que ante la opinión se presente como un desencuentro entre buenos y malos, entre conservacionistas y conservadores?
Ustedes ya saben la respuesta. Aquí, cada vez que ha habido un conflicto de envergadura, se ha puesto por encima de todo para solucionarlo la herramienta mágica del momento: negociación. Parece que solo se negocia lo que interesa. Y que lo que interesa, a la vista está, no es salvar Doñana, sino salvar al partido y a la izquierda que a su sombra se alimenta, dada la querencia demoscópica de los últimos pinchazos del acuífero electoral. A don Pedro se le apareció en un acebuche, como al almonteño de la Rocina, la ocasión virginal de un tema tan rentable como el de Doñana. Y vio la luz. Iluminando algo o mucho, no lo sé, el futuro negro que le detectan las encuestas. No se va a negociar. ¿Para qué? Esto no es Cataluña. Si Doñana revienta la culpa es de Moreno que quiso poner orden en el caos previo. Para que prospere la cotorra Kramer deben existir los gorriones...