Trampantojos
Sevilla y el año del Dragón
Eran pocos los turistas y nos lanzamos a convencer a los chinos de que descubran nuestra hermosa tierra
He aquí la buena nueva: «Andalucía promociona su oferta en China, mercado que crece alrededor del 200 por ciento en la comunidad». Eran pocos los turistas y nos lanzamos a convencer a los chinos de que descubran nuestra hermosa tierra. La Consejería de Turismo se ... ha lanzado a buscar a los viajeros chinos, así que prepárense para las cartas de restaurantes con rollito de primavera en vez de flamenquín casero y pato laqueado a la pequinesa sustituyendo al pollo asado tradicional.
Hace tiempo que la comunidad china forma parte de nuestro paisaje humano y de nuestra vida cotidiana. Ahí están los bazares que sustituyeron al «Todo a cien» y de paso a los colmaos y tiendas de los desavíos. Y qué decir de los restaurantes chinos que hicieron furor en los ochenta con aquellas sopas de aleta de tiburón y cerdo agridulce. Sin embargo, lo que hoy interesa no es el emigrante chino que antaño buscaba ganarse la vida en Europa sino el turista adinerado que compra paquetes premium. Esos nuevos ricos —criaturas del más salvaje capitalismo— que han surgido de paraísos del comunismo como Rusia o China.
Es de suponer que los técnicos que han viajado a las ferias de Pekín y Shanghai para promocionar el destino Andalucía buscarán relaciones atractivas entre ambos lugares para crear redes de complicidad. Aunque en realidad eso existe desde hace siglos. Sólo hay que recordar que al puerto de Sevilla llegaba cada año la Nao de la China, también conocida como Galeón de Manila, una ruta comercial con la que España fue pionera en la globalización y que se mantuvo hasta comienzos del siglo XIX.
Aquella Nao de la China tenía su origen en Sevilla de donde partía la travesía hasta llegar al puerto de Veracruz. Luego, se seguía por tierra —a través del llamado Camino de Asia— hasta el puerto de Acapulco donde se iniciaba el camino a Manila. La ruta tenía prolongaciones hasta China, Japón, Formosa, las Molucas, Camboya, Siam, Malasia, India, Ceilán y Persia. Al puerto de Sevilla llegaban sedas y porcelanas chinas, especias moluqueñas, lacados japoneses, tinajas de Siam o mantones de Manila. Precisamente esa prenda fruto del comercio colonial se convertiría con el tiempo en símbolo de lo andaluz, de los bailes y escenas flamencas.
En realidad, los mantones de Manila tuvieron su origen en China, de ahí la ornamentación inicial con iconos orientales como pagodas, aves y flores exóticas. Sin embargo, terminaron llamándose de Manila porque fue en ese puerto donde partían las mercancías. Luego, con la llegada a España de los primeros gusanos de seda importados de China, el mantón comenzó a tejerse en las fábricas de Sevilla incorporando imágenes propias como las flores barroquizantes al gusto meridional. Esperemos que los viajeros chinos que amenazan las próximas estadísticas no descubran este secreto histórico. Si no queremos perder otro símbolo de nuestra identidad en la almoneda del negocio turístico, claro.
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