TRAMPANTOJOS
Resurrección en la ciudad de los olvidos
El Cine Cervantes vuelve a abrir sus puertas tras un tiempo de incertidumbre. Un rescate insólito en la Sevilla de la destrucción
Hay lugares en Sevilla que son un agujero en el tiempo desde el otro lado de la historia. Corre el mes de octubre de 1873 y se levanta el telón de un teatro por el que habría de pasar la memoria de la ciudad: el ... Teatro Cervantes. Ciento cincuenta años después se anuncia su resurrección, una noticia extraña en la ciudad de todos los olvidos.
Sevilla es como un rompecabezas histórico en el que cada lugar está atravesado por el tiempo. Y, aunque vivamos en la época en la que se intentan borrar los perfiles de la Sevilla del pasado, de vez en cuando nos asaltan historias inesperadas. El Cine Cervantes que nació como teatro reabre sus puertas tras una incierta odisea del tiempo.
Sólo hay que pensar que cuando aquel teatro nació, España era republicana. La Primera República daba sus inciertos pasos entre las incógnitas del futuro. Sus recientes últimos episodios han sido la sesión en negro a causa de la pandemia, cuando cerró sus puertas durante aquel tiempo sonámbulo.
En su primera época, el Cervantes era el rival del San Fernando, ya que el Teatro del Duque contaba con menos aforo. Estaban también Llorens y luego llegarían el Lope, el Álvarez Quintero, el Imperial, Coliseo España, el Palacio Central o el Juan de la Cueva. Del Cervantes era memorable su forma de concha a la italiana que en su época contemporánea estaba oculta por la pantalla de proyecciones.
En 1902, el moderno Teatro Cervantes estrenó alumbrado eléctrico. Es curioso, Sevilla apostó por la luz eléctrica en su zona de ocio y diversión, en los establecimientos teatrales, en salas de fiesta, pero no en las zonas fabriles, localizadas en el área norte de la ciudad. Otro rasgo simbólico de cierta idea de Sevilla.
Allí tuvo lugar una mítica velada de poesía y luto, la que organizó Ignacio Sánchez Mejías en homenaje a su cuñado Joselito el Gallo, muerto en la plaza de Talavera de la Reina en mayo de 1920. Habían pasado siete años de la muerte del diestro, así que Sánchez Mejías invitó a su amigo Alberti para que compusiera unos versos dedicados al matador. Así que lo encerró en una habitación del Hotel Madrid de la plaza de la Magdalena «sin comer ni beber» hasta que Alberti escribió las cuartetas «Joselito en su gloria» que leyó en el Cervantes demostrando que la literatura es la carne de las leyendas. Años después Lorca convertiría también la muerte de Sánchez Mejías en una de las mejores elegías de la historia de la literatura española.
Por el Cine Cervantes ha pasado la Historia y se nota. Cuando hemos asistido a sesiones cinematográficas se intuyen las sombras que aún siguen paseando por las antiguas plateas, los palcos, el telón, la gran lámpara histórica. Reabre el cine al Cervantes y ésa es una de las pocas buenas noticias en medio de tantas desapariciones. De su concha italiana volverá a salir todo el corazón de nuestra memoria.
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