TRAMPANTOJOS
Naranjas amargas
La ceremonia de la mermelada de los jardines del Alcázar se remonta a los tiempos del liberalismo
Entre las muchas ceremonias históricas del Alcázar hay una cargada de aromas y viejas historias. La ceremonia de entrega de las naranjas amargas para fabricar la mermelada de los desayunos de la casa real inglesa se ha convertido en un ritual donde se mezcla la ... sensualidad de los jardines del Alcázar con la medida etiqueta británica.
Esta 'tradición' hispanobritánica se remonta a la crónica de una fascinación, la de lady Holland y su pasión sevillana. Lady Holland era la esposa de lord Holland, el prócer inglés que tanto influyó en los liberales españoles y que residió durante un tiempo en el Palacio de Dueñas. Ella llevó a Inglaterra la costumbre de tomar mermelada de naranjos amargos a los breakfast británicos. Lady Holland también se llevó más cosas de Sevilla como su profunda melancolía de los soles del Sur y el aroma del incienso de la catedral de Sevilla. Nuestro Blanco White, que terminó en el exilio inglés por sus ideas liberales, fue el preceptor de los hijos de los Holland y compartió las tardes aromadas de incienso y naranjas amargas.
Sevilla es un bocado de naranjas amargas. Azahar y vitriolo, como el título de aquel libro de relatos de nuestro añorado Vicente Tortajada que nos desvelaba cierta definición sobre la ciudad: la belleza con sombra amarga y ponzoñosa. Hubo naranjas en alianza con el primer liberalismo, ese que pudo haber salvado a España. La España que pudo ser y que no fue…
Nicolás Monardes plantó en su huerto de la calle Sierpes -donde crecieron los primeros tomates y patatas de Europa- todo un tratado de cítricos. Una experiencia agrícola que cuajó en libro en 1540 y que nos descubre la hermosa familia cítrica del cidro, el mandarino, el zamboero, el limero, el limonero, el pomelo y el naranjo. Y, por supuesto, el naranjo amargo querido por los ingleses.
Decía Monardes que esas naranjas ya las citaba Virgilio en las 'Geórgicas' como antídoto del veneno «cuando las crueles madrastras emponzoñaron las bebidas». Un tratado que funcionará bien en la vida cotidiana de la corte inglesa de la casa de Windsor. Vitriolo dulciamargo de los jardines sevillanos...
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