TRAMPANTOJOS
Las librerías que perdimos
Quizás es que Sevilla se deshace y se está formando en un más allá de las cosas desaparecidas
van desapareciendo las personas y los paisajes. Paseando por la ciudad descubrimos que hay lugares que ya no están, que se fueron con el viento -gone with de wind- hacia la nada. Quizás es que Sevilla se deshace y se está formando en un más ... allá de las cosas perdidas. El mundo se derrumba y yo quiero recordar las librerías que perdimos en este 2023.
Hay un momento en el que el tiempo nos alcanza -no sé si expreso esto bien, diría Cernuda- donde es más lo que perdemos que lo que conservamos. Hay una nostalgia de lugares extinguidos por los que ya no podremos posar el corazón y la mirada. Pienso en las librerías que cerraron: Panella, Yerma, Isla de Papel, Caótica, Balzac, Verbo en Sevilla Este y Asunción, Fuji Comics, Tharsis o El Gusanito Lector. El Gusanito Lector con Esperanza y Paca como heroínas de esta Sevilla libresca donde llegaban los sonidos del mercado, la ciudad cervantina y las campanas de las torres mudéjares.
Sonarán las últimas campanadas del año y yo quiero cantar a esas librerías en las que nos dejamos tanto de nuestras vidas: conversaciones, lecturas, complicidades. Hay un mapa de esos lugares desaparecidos. Un día, recorriendo con prisas la ciudad, nos toparemos con la fachada que fue una librería y que ahora es -naturalmente- un bar o un hotel o la entrada a un apartamento turístico. Pero no una de esas librerías que eran tan nuestras.
Hoy he paseado admirando fachadas porque busco entre el ruido del gentío la verdadera ciudad, que ya no existe. Intento escribir la ciudad, pero Sevilla es cada vez más un espectro que huye, una sombra esquiva. Se empeña en ser como otras tantas miles de ciudades y no hay forma de encontrarla. Ni siquiera para los que nos esforzamos en descubrir el engaño de sus veladuras.
Ya se acumulan muchos desengaños, otras librerías que desaparecieron -mi adorada Céfiro en la calle Virgen de los Buenos Libros- y que ahora surgen como los fantasmas de las Navidades del pasado. Aparece la librería Maymen en la calle Recaredo donde sigo paseando con la ilusión de una niña que descubre el paraíso libresco. Mis padres diciéndome: «Adelante, escoge lo que quiera». Y, ante mí, los libros fabulosos con todos los mundos posibles. Pero Maymen cerró y llegaron otras ausencias. Y en ese mapa de Recaredo ya no hay librerías ni tampoco los sueños de una niña letraherida.
Las librerías forjaron el tiempo que seremos y también perfilan la ciudad que pudo ser y que no fue. Nos visita el fantasma de la Navidad del futuro y en esa Sevilla ya no hay librerías, se perdieron con el viento de la modernidad, barriendo lo que era aparentemente inútil. En este 2023 también murió nuestro humanista Nuccio Ordine que proclamó esa utilidad de lo inútil. El triunfo de los libros, de los que escribieron esta ciudad. Porque si algo ha hecho inmortal a Sevilla, ha sido el libro colectivo de los que escribieron sobre ella, aunque ya no existan las librerías en las que aguarda ese relato.
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