TRAMPANTOJOS
Extraño atardecer de cobalto
Veinticinco años después de la catástrofe de Doñana aún duele tanta desidia e irresponsabilidad
Allí no sonaban los pájaros, como cuentan las crónicas que ocurre en los desastres apocalípticos. No sonaban los abejarucos, golondrinas, ruiseñores y milanos porque estaban muertos. Había toneladas de animales muertos. La ribera del Guadiamar era una nueva Pompeya arrasada. Pájaros, peces y conejos cubiertos ... por el lodo, acartonados en el último perfil macabro de la muerte.
Han pasado veinticinco años de la catástrofe medioambiental de Aznalcóllar. Y ahora volvemos a recordar aquellos días terribles con la celebración del juicio de la Junta contra la empresa sueca Boliden por el vertido tóxico. Aún estremece el relato de los peritos y duele tanta desidia e irresponsabilidad. Casi todos los relatos trágicos recientes de este país arrastran un recuerdo de cenizas y muertes sin culpables.
Yo visité aquellos campos de desolación para preparar un reportaje. Era el paisaje que podría seguir al final de todos los tiempos. Me sorprendió el olor a óxido y a herrumbre, el viento era metálico. Los técnicos hablaban del contenido de los lodos tóxicos y a mí se me mezclaban las lecciones de química y la tabla periódica: arsénico en la brisa; charcos de uranio, plomo y estaño; y cielos de mercurio y cobre. Extraños atardeceres de cobalto.
Allí estaba el antiguo río Agrio haciendo honor a su nombre de siglos arrastrando las escombreras de las minas. Aguas ácidas que cubrían los bosques de ribera y el corazón de los pinares y eucaliptos. Los matorrales de lentiscos impregnados por el lodo parecían un terrible Golem de barro negro. Habían aparecido sombras que antes no existían. Las flores se perdían por el agujero oscuro de las cosas.
Aquella zona era un paraíso natural con sus hermosos nombres rurales. Por allí pasaba el camino del Rocío, por eso busqué uno de los templetes de la Virgen que sirven de indicación a los peregrinos. Allí estaba la imagen, espectral y medio cubierta de lodo, casi una ruina como si ya fuera uno de esos antiguos ídolos de religiones olvidadas.
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