Puntadas sin hilo
Visado por la censura
Cuando controlen el poder judicial, toda crítica será disidencia delictiva
La ventaja de escribir en una cabecera centenaria es que casi todo ya ha pasado antes. El 16 de octubre de 1935 la portada de ABC fue un gran rótulo que ocupaba toda la primera plana: «Este número está visado por la censura». Los periódicos ... debían llevar esta leyenda de forma discreta en sus páginas para cumplir la normativa del Gobierno de la República, pero ABC la imprimió a toda página en protesta por la prohibición de informar sobre la boda de Don Juan de Borbón y Doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans. Aunque algunos bienpensantes del progresismo la siguen evocando como una etapa de libertades, la Segunda República impuso una severa restricción de derechos. En esta casa se sabe bien: el 10 de mayo de 1931, sin haber cumplido un mes en el poder, el Gobierno republicano se incautó de la sede del periódico con la excusa de que se habían producido disparos desde sus instalaciones contra una protesta antimonárquica (era domingo y en el edificio de ABC solo estaban el portero, un telefonista y dos trabajadores de rotativas, todos ellos desarmados). El director, Juan Ignacio Luca de Tena, fue encarcelado y el periódico estuvo 25 días sin editarse. En los años siguientes se suspendió varias veces más su publicación, hasta que en 1934 se aprobó la censura previa, lo que permitía el control directo de los contenidos. La argucia de ABC de sobredimensionar el visto bueno de los censores quedó para la historia como la protesta muda de una época de represión.
Casi un siglo después se vuelve a hablar de limitar la libertad de prensa, y ocurre con una coalición de partidos de izquierdas similar al Frente Popular. No esperen una censura previa pura y dura como en 1934, los tiempos se han refinado. Se intentará imponer en los medios la misma polarización que en la sociedad, diferenciando a periodistas buenos -que firman manifiestos de apoyo al Gran Líder- de los malos, cuya profesionalidad se cuestionará. Sus noticias serán bulos y su pensamiento fascista. En cuanto controlen el poder judicial, toda crítica mediática pasará a ser disidencia delictiva. No se vetarán contenidos directamente, pero se propiciará el miedo y la autocensura. Se activará una política de Estado que ahogue a las cabeceras y reduzca el ecosistema de medios en el país.
No es que yo tenga una bola de cristal; es lo que se ha hecho en Venezuela, donde la Ley contra el Odio, aprobada en 2017, establece multas y hasta 20 años de prisión para quien difunda información considerada 'intolerante'. Allí, informar sobre la opulenta vida de las hijas de Hugo Chávez, por ejemplo, te cuesta la cárcel. Entre 2013 y 2022, más de 60 periódicos venezolanos dejaron de circular y al menos 285 emisoras de radio dejaron de emitir. En ese país, la libertad de prensa ya es una añoranza.
El proceso nos dejará paradojas como la de ayer, cuando el PSOE andaluz –¡ay, aquel PSOE de Zarrías!– pidió 'regenerar' la RTVA y el Centra. Es decir, convertirlos en La 1 y el CIS de Tezanos. Van a cerrar los espacios de libertad arrogándose una autoridad moral de la que carecen. Pero enfrente tendrán unos periodistas comprometidos y esperemos que una sociedad inconformista.
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