Óscar Puente y el misterio de la fe

Ahora le entran las prisas al Ministerio de Movilidad y Transportes para cerrar la circunvalación prometida hace más de veinte años. Al mismo que anunció un concurso internacional para elegir un diseño icónico cuando certificó el entierro de los túneles en 2019. Si el proyecto se licita el año que viene, como ha prometido Óscar Puente, tal vez lo tenga ya redactado o haya elegido uno de catálogo. Posiblemente el más barato, que ya dejaron claro que esto iba a ahorrar dinero y que sólo por eso la SE-40 no tendría un tramo subterráneo, sino un mamotreto desproporcionado sobre la ribera del Guadalquivir que se verá desde Chipiona. Pero, por lo visto, eso no supone un impacto ambiental severo.

Luego habrá que ver también el margen que da a las constructoras, porque si es el mismo que le está dando a la del puente del Centenario andamos finos. La obra del nuevo carril, que se va a habilitar en el espacio de anclaje de los tirantes, porque no hay ampliación del tablero, la anchura seguirá siendo la misma, dura ya dos años y ocho meses y los trabajos están sólo al 25%. El equipo del ministro le dice que estará terminado a mediados del año que viene, pero ni él mismo se cree la fecha, como reconoció abiertamente en una entrevista con la Cadena Ser. Habla más bien de 2026 y como excusa pone la escasez del acero. Esa escasez de materiales es real, la han sufrido todas las empresas, pero no por eso se ha duplicado el plazo de ejecución de ninguno de los encargos. Sólo por poner un ejemplo, los dos talleres de construcción de estructuras metálicas que están a pie de obra entregan con puntualidad las piezas para el corredor del Mediterráneo que el mismo ministerio de Óscar Puente adjudicó hace un año y medio. Del Centenario no pueden hablar porque a día de hoy no han contado con ellas para participar en los trabajos. Lo centraliza todo la adjudicataria principal en sus instalaciones de Madrid para sacarle el mayor beneficio a costa de retrasar otra vez una infraestructura sevillana. Pero el problema, según dijo ayer el ministro, es la guerra de Ucrania.

Y con estos precedentes, creerse el plazo de 2030 requiere casi un ejercicio de fe. Tal vez por eso Puente haya elegido el Viernes de Dolores para visitar la ciudad y hablar de sus proyectos pendientes. Luego le tocará a los sevillanos hacer otra larguísima estación de penitencia hasta que concluyan y volver a perdonar los agravios.