quemar los días
Kit de supervivencia
La cosa se ha puesto fea. ¿Pero acaso no llevamos en crisis media vida?
LA cosa, es incontestable, se pone fea: en Francia, el Gobierno de Macron va a distribuir entre toda su población un kit de supervivencia para que los franceses puedan enfrentarse a «amenazas inminentes» tales como un conflicto armado. Día sí y día también, el aliciente ... principal de leer la prensa o ver las noticias es conocer la última barrabasada de Trump. Comerse un huevo duro va a costar de verdad un huevo, y todo empieza a oler a ambiente prebélico. Tenemos encima, ya no hay duda, una nueva crisis.
«La crisis, la crisis / qué miedo, qué horror / ¿qué es eso de crisis / un grupo de rock?». Lo cantaba la chirigota del Selu «Con el sudor del de enfrente», más conocida como Los Ricos, tipo con el que obtuvieron el primer premio en su categoría en el festival del Falla del año 93. Iban disfrazados de gente del taco, en plena resaca del 92, cuando se nos venía encima la crisis que marcó la adolescencia de nuestra generación. Ahora que lo pienso, toda mi vida, en realidad, ha estado expuesta y maleada por momentos de crisis. Nací, como todos los que lo hicimos en la segunda mitad de los 70, en un periodo crítico para España, cuando el país se jugaba su futuro en el estreno de la democracia. No entendíamos nada cuando veíamos en la tele a aquel tipo con tricornio disparando en el Congreso, pero todo eso también fue crítico para el país durante los primeros ochenta. Parece mentira que, durante muchos años, tuviéramos que convivir con la posibilidad de que ETA matara a alguien que vivía en la calle de enfrente. La crisis del 93 fue complicada, pero la de 2008 ya me pilló trabajando y la padecí como profesional en activo. Recuerdo las largas colas en las oficinas de desempleo, la pesadumbre por la pérdida de clientes, la angustia de no poder dormir pensando en la posibilidad de no poder mantener a mis propios hijos, entonces recién nacidos. Hace cinco años, con la pandemia, volvió la angustia, porque era una crisis nueva, desconocida. Pero en esta ocasión, ya había superado los cuarenta y lo viví de otro modo. Tenía a mi familia y tenía salud, y con eso era suficiente.
No sé quién me lo dijo una vez: cuando se muere tu padre, todo empieza a verse de otro modo. Gran verdad: ahora afronto este nuevo periodo incierto con la firme decisión de enterrar la angustia. No la dejaré pasar. Para ello cuento con mi propio kit de supervivencia: abrazos de la familia y amigos, el amor de mi mujer, lecturas y caprichos contados. Vivir con lo puesto, pero vivir. Para lo que pueda venir, me basta con no dejar ninguna deuda ni cuenta pendiente, ni con otras personas ni con mi propia conciencia. Entretanto, solo aspiro a seguir pudiendo mirarme con tranquilidad en los espejos.
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