quemar los días
Los gusanitos de la botica
La literatura no la salvarán los críticos, ni las redes sociales, ni el marketing, sino lectores como los de la librería de la calle Feria
CUANDO El gusanito lector, la librería de la calle Feria, anunció que el negocio echaba el cierre, muchos encajamos la noticia como la pérdida de un ser querido. Pero finalmente, Botica de Lectores, como ha ocurrido con otras librerías señeras de la ciudad —Rafa Rodríguez, ... empresario y librero, y cabeza visible del negocio, ya acumula méritos sobrados para que Sevilla le otorgue una Medalla de la Ciudad, o por lo menos que se inviten a algo en Plaza Nueva—, acudió al rescate, y la librería volvió a abrir sus puertas, para alegría del barrio y, sobre todo, los lectores.
Esta semana tuve la fortuna de volver a visitar su Club de Lectura. La librería ha cambiado de nombre pero sigue siendo la misma; conserva intacto su aire de ilusión, pasión por la lectura y buen criterio en los anaqueles y las mesas expositoras. Bajo el buen gobierno de Paca Vázquez, que tomó el testigo de Esperanza Alcaide con entusiasmo y fuerzas renovadas, el Club de Lectura de la calle Feria congrega a gusanitos en torno a la botica para hablar de lo que más les gusta: los libros, la lectura. Salvo algunos literatos —Tomás del Rey, maestro en la filigrana del relato corto, que es quien conduce el club, y Xenia García, puro talento que va a dar mucho que hablar, más de lo que está dando ya—, la parroquia se compone íntegramente de lectores. Lectores atentos, audaces, experimentados, pero sobre todo apasionados, que se reúnen con regularidad para analizar y comentar los textos leídos, algunas veces en compañía de los autores y otras enfrentándose únicamente al diálogo con los libros.
Me he ganado, me comentaban el otro día, el título de autor que más veces ha visitado este club de lectura. Soy, oficialmente, el escritor más turra de todos los que pasan por este club. Participar en los clubes de lectura es una de las experiencias más hermosas que te regala la escritura. He estado en muchos, pero puedo asegurar que en pocos me siento tan a gusto, tan bien acogido y tan bien leído como en el de los gusanitos de la botica. Por la pequeña librería de Feria han pasado muchos de los autores más reconocidos y prestigiosos de Sevilla y también de otras ciudades. Por eso valoro la inmensa suerte que tengo: lo que escribo sigue mereciéndoles su atención, y eso es maravilloso.
No hay para un escritor mejor reconocimiento, ni mayor aspiración, que ser leído. Encontrar al otro lado a lectores que son solo eso, lectores, y que dedican a tus libros su escaso tiempo libre, y aun tienen tiempo de reunirse a horas que rallan lo intempestivo para hablar sobre sus lecturas, es una bendición. La literatura no la salvarán los críticos, ni las redes sociales, ni los experimentos de marketing, sino la entrega insobornable de lectores como los gusanitos de la botica.
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