QUEMAR LOS DÍAS
Careta y playback
El virtuosismo ha muerto: para hacer música, ahora basta con un ordenador y el autotune
Fuimos al concierto del grupo de un colega que toca rock metal. El sonido no es perfecto, pero tienen furia, y las guitarras, entre ellas la de mi colega, rinden a un muy buen nivel. Tras el grupo de mi colega tocaba otro. Se trataba ... de un grupo tributo, en este caso, a la banda sueca Ghost. Si conoces el grupo, sabrás que su sonido y su puesta en escena está muy elaborada: todos van con caretas fantasmagóricas, hay mucha teatralidad sobre el escenario; la música está bastante sobreproducida, con abundancia de instrumentos y efectos sonoros. Una banda, en definitiva, difícil de emular.
Pero nuestra sorpresa fue mayúscula al comprobar que el grupo sonaba fantásticamente. Todo resultaba impecable. Incluso las caretas resultaban dignas. Hasta que comenzamos a comprender: no había ningún piano que justificara el sonido del piano; la voz sonaba incluso cuando el cantante no cantaba; había coros invisibles. En realidad, la base del concierto eran las propias canciones originales; todo era una tremenda farsa. Puro playback.
Una vez concluido el concierto, nuestro colega habló con uno de los miembros de la banda tributo. Tuvo que explicarle que algo así era improcedente; que uno debe cantar como la banda a la que emula, pero lo que no es de recibo es hacer como que se toca. Los chavales, justificó nuestro colega, eran nuevos, estaban empezando. Seguramente, pensé yo, eran también bastante jóvenes. Porque a alguien de nuestra edad no se le habría ocurrido hacer algo así.
Mi amigo Ale es el líder de Fitoscopia, un grupo tributo a Fito & Fitipaldis. Compañeros de pupitre en el instituto, siempre fue un gran talento con la guitarra eléctrica. Ha tocado para muchos músicos y artistas de fuste, y cuando lo ves en la piel de Fito muchas veces te cuesta distinguirlos. Salvo porque Ale es mejor guitarrista que Fito Cabrales. Ale es lo que se conoce como un virtuoso: su calidad técnica resulta incontestable.
Pero me temo que el virtuosismo es una habilidad que ha dejado de tener sentido para las nuevas generaciones. Ni siquiera para las que deciden montar un grupo tributo. No es necesaria la competencia si basta con disfrazarte y hacer como que tocas, dejando que el playback haga el resto. Es algo que se percibe con claridad en las músicas urbanas que encandilan a la muchachada de hoy: la pericia musical, el esfuerzo para arrancar sonidos originales a los instrumentos, todo eso que valorábamos en artistas analógicos de otro tiempo, se ha reducido a las bases rítmicas generadas por ordenador y al pobre autotune. No hay apenas melodías, no hay indagación creativa, todos los ritmos suenan igual.
La muerte del virtuosismo es el triunfo de la incompetencia. La evidencia de que el esfuerzo es un trámite innecesario. Basta con ponerse una careta y hacer playback.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete