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Ni santa ni justa

Un ramo de azucenas

El efecto de unos y otros es rápido y llamativo, extraordinario, deslumbrante, pero limitado

Charo Lagares

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EL pasado sábado se casó un amigo en El Cachorro y el camino hasta la basílica a las doce del mediodía se convirtió en lo que podría haber sido el boceto animado de Peter Jackson para la batalla final de 'El retorno del rey'. La ... música y los cánticos y las bocinas se amasaban en un solo zumbido, las aceras rebosaban color rojo, los coches se encadenaban bajo los semáforos, los hinchas se despatarraban sobre sus mochilas en las isletas de césped, las papeleras se esmeraban por aparentar ser cascadas de aluminio y papel. Al concluir la ceremonia, el ruido del exterior se había acomodado en los oídos. Unos seguidores del Athletic entraron en el templo antes de que se cerraran las puertas y lograron hacer unas fotografías. Otros se quedaron fuera. Aquella misma tarde, se difundieron unas imágenes en las que un par de hombres ataviados con la bandera del club vasco convertían la fachada de la iglesia en un retrete callejero. Un día después, alguien colgó junto a la puerta de la iglesia unas azucenas. Las acompañaba un cartel. «En desagravio».

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