Sólo queda Búfalo

El verano ha sido generoso en inmortalidades pero malo para el toreo

Carlos del Barco

Sevilla

Primero fue Jaime de Armiñán en abril, luego Carlos López Rolán a finales de julio y ahora es El Portón, su Portón, el que se queda sólo con el alma de Búfalo, el único que queda vivo de esa élite 'senatorial', el 'limpia' que proclamó ... ante José Álvarez 'Juncal' en la calle General Polavieja, con el cepillo cogido como un 'palomuleta', al lado de Los Corales y con los sones del 'Gato Montés', que la muerte de un toro bravo es «soleeemmmnnneeee».

Cierra 'El Portón o se traspasa o lo que sea y será otra cosa, sin el alma de una taberna como la de Antonio Díaz Cañabate que elevó al particular Olimpo de los nuevos taurinos Armiñán, autor y director de Juncal; Paco Rabal, el que lo clavó; y Rafael Álvarez 'El Brujo', que hizo magia con el limpia partidario del torero, el que le daba 'ojana' para 'mangarle' el limpiado y le decía que con los zapatos limpios parecía que hacía más sol.

Y lo hace menos de un mes después de que se muriera su dueño, al que su hermano Manuel se lo traspasó cuando se jubiló, diez años antes de que muriera el primero de la segunda generación de un bar señero de seis décadas, cita obligada del Ayuntamiento y el toreo, entre otras actividades, y que terminó pasando a la posteridad por 'Juncal' y Armiñán.

El maestro Antonio Burgos tiró de cincel para esculpir en mármol que «te mueres en agosto, y como casi todo el mundo está fuera y no se leen las esquelas, es como si siguieras vivo», una «cierta forma de alcanzar la inmortalidad en la memoria de todos». Y que «ocurre así que cuando llega la Cuaresma y te refieres a alguien como presente aún entre nosotros, siempre hay quien tiene que aclararte: Ah, ¿pero no te enteraste que se murió este verano?».

El verano ha sido generoso en inmortalidades pero malo para el toreo, muy malo con la muerte de dos sevillanos cabales como Pepe Luis y Camino; y antes que ellos, cuando julio daba las boqueadas, Carlos López, serio, fino y frío, que es quien le canta la carta de tapas de El Portón a un Juncal tieso como la garrocha de Peralta: «agua del griiiifffoo», lo borda Paco Rabal antes de 'mangarse', otra vez, una aceituna y que Búfalo lo 'quincara'.

'Búfalo, cuéntame esa tarde en El Puerto'. Y ahí que iba 'El Brujo' con el toro, el traje 'nassareeno y oooroo' y la solemnidad de la muerte del toro. Como testigos, el monumental cuadro del torero sentado, las fotos de Belmonte, El Gallo y Raimundo Blanco, el de la Stuka y las entradas del fútbol y los toros; de Muñoz, de Romero, de Ordóñez, tan de la Esperanza de Triana como el dueño.

Pero Paco Rabal, que era aficionado, ya conocía El Portón antes de Juncal porque paraba allí hasta las tantas con las compañías de teatro de las dobles funciones que le decían a Carlos López que los esperara para cenar después de la segunda y para lo que se encartara, como artistas de teatro de la época como Florinda Chico o Arturo Fernández, otro habitual de la casa. Había días con una tercera, cuentan testigos.

Y 'toda la plebe del toro', como ellos se solían llamar, Diego Puerta, Paco Camino, Antonio Ordóñez y su hermano Alfonso, Julio Vito, Carriles; los que pululaban 'roneando' de lo que habían podido ser y no fueron como Enrique Lobito o Mejías; y los que iban a enterarse por si se podían colocar para sacar cabeza o para los boletines.

Y con la inmortalidad ganada de la muerte del mes de agosto, Mauricio Domínguez Adame volverá a invitar allí a toda la Policía Local vestida de gala en el día de la Virgen, con la misma solemnidad cantada por Búfalo, el único que queda.

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