TRIBUNA ABIERTA
A vueltas con el ceceo
En lo que de verdad se refleja el progreso de la competencia comunicativa es en el desarrollo de la capacidad de participar en actos comunicativos orales distintos a la conversación familiar
![A vueltas con el ceceo](https://s1.abcstatics.com/abc/www/multimedia/opinion/2022/12/19/habla-ceceo-comunicacion-R5YbzhGWka5BuCfKIxrJ9JM-1200x840@abc.jpeg)
Con el fin de «dignificar el habla andaluza», la máxima responsable de Adelante Andalucía ha lanzado la campaña «Cecea con orgullo. Saca tu lengua». También defiende el 'heheo' (en la grabación se refiere a Puerto Herrano, Cádiz), pero como hasta un periodista que ha acogido ... con entusiasmo la iniciativa lo rechaza («me niego a lo del jejeo [sic]»), no hago ningún comentario.
Aunque Teresa Rodríguez, profesora de Lengua Española, desconozca la amplia bibliografía anterior y posterior al trabajo 'A vueltas con el seseo y el ceceo', de Manuel Alvar (1972), no debe ignorar que los andaluces que no cecean son (somos) muchos más, bien porque sesean, bien porque no igualan sensor y censor, y que todo ello tiene que ser observado conjuntamente. Y que alguien «pueda ser catedrático universitario ceceando (y 'heheando')», no puede ocultar que el ceceo, del que pretende se sientan «orgullosos» los andaluces, carece de prestigio.
Se lamenta igualmente de que hablemos «de una manera en casa» y «como si fuéramos de un barrio de Burgos» cuando grabamos un vídeo para las redes sociales. Aparte de que hablar es mucho más que pronunciar, la cuestión no es tan simple. Por si sirve de algo, resumiré mi caso personal. Aprendí a hablar (ceceando) en Martín de la Jara, pero, cumplidos los siete años, mi familia se trasladó a Estepa, a 25 kilómetros, dentro de la misma provincia de Sevilla, donde 'me pasé' al seseo. No tengo conciencia de que –en un proceso lento– dejar de decir 'cocé' y empezar a articular 'cosé' (tanto para coser como para cocer) me provocara choque emocional alguno (en cambio, que las 'pezeta' fueran denominadas 'pesete' en la ciudad de los 'mantecao' me resultó 'chocante', y nunca llegué a incorporar tal –e final). Y, sin salir de Andalucía, nuevos cambios de residencia y de amigos acabaron convirtiéndome en 'distinguidor' de sesione[s] y cesione[s].
Vivir en lugares diferentes, aunque cercanos, y viajar por otros muchos, me han ido curando de espanto y servido para comprobar la obviedad de que una lengua, que no cesa de variar mientras se use, al no hacerlo de modo homogéneo, únicamente vive en (no con) sus variedades. El conocimiento de la heterogeneidad me ha enseñado a no enorgullecerme de 'mi' manera de pronunciar, que no me ha costado un esfuerzo adicional ni especial. Igual de fácil me ha sido aprender a no 'estimar en exceso' hechos distintos a los fonéticos. Es más, algunos cambios, como pasar de dirigirme con 'uhtede' a cualesquiera interlocutores ('¿uhtede también se vai a í o se quedái?') a distinguir 'uhtede (se) van' de 'vosotro (oh) vai', me han aportado ventajas, empezando por la de no tener que aguantar risitas conmiserativas de quienes se creen, no 'distintos' a, sino por encima de (los) otros.
En lo que de verdad se refleja el progreso de la competencia comunicativa es en el desarrollo de la capacidad de participar en actos comunicativos orales distintos a la conversación familiar, un proceso estrechamente vinculado a la conquista (con esfuerzo) del acceso a textos que nos ayudan a comprender el mundo y la naturaleza humana. Pero ni siquiera eso, que es un privilegio, debiera ser motivo de orgullo, noción que suele asociarse, si no a la supremacía (*supremacismo no figura aún en el Diccionario académico), sí a la arrogancia, vanidad, jactancia, presuntuosidad..., y, para ciertas creencias religiosas, al pecado, que puede implicar la condenación eterna, al lado de la cual una terrenal cadena perpetua resulta ser una gabelilla pasajera.
Para 'dignificar' el andaluz, mejor que fomentar un hábito articulatorio de los varios que en Andalucía se practican, hay que difundir la idea de que todos los andaluces deberían participar del tesoro compartido con centenares de millones de hablantes. En una región donde hace menos de un siglo la población analfabeta se acercaba al 70%, y la mitad de cuyos habitantes no había completado la formación primaria a mediados de los años 70, mucho queda aún por hacer.
Antes de «poner una denuncia a la Inspección educativa» porque en algún libro de texto se lea que el ceceo es propio de hablantes de «baja cultura», habría que comprobar si tiene o no razón la Nueva Gramática académica al afirmar que el ceceo (el 'heheo' ni se menciona) «se considera vulgar» y que «los andaluces escolarizados, distinguen o sesean».
Y lo de «exigir a la Administración que elimine los estereotipos y prejuicios en torno al ceceo y al 'heheo'» podría considerarse una ingenua candidez, si no fuera por los propósitos que encubre: captación de la voluntad popular, pretensión de convertir en bandera lo que se cree 'exclusivo' (sin serlo), etcétera.
No, así ni se va a detener ningún cambio en marcha ni se va a modificar la conciencia idiomática de nadie. Cualquier 'instrucción' o propaganda que no lleve incorporada la lista de ventajas será estéril. Y ¿alguien puede garantizar que vanagloriarse del ceceo va a acabar con su escasa aceptación e igualarlo al seseo o la distinción caso/cazo?
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