LA TRIBU
Vestuario
Tu vida, ahora, está casi toda ahí, asomada al ropero abierto de par en par, como quien se asoma a un paisaje lleno de dudas
Abres el ropero y sólo te falta la calavera en la mano, como Hamlet. Estamos a mediados de marzo, luego es invierno todavía, y el almanaque aconseja una cosa y la calle otra. Ser o no ser, escribió Shakespeare, y esa es tu duda ante ... el ropero, ese ropero que te tienta con lana y con tergal, con abrigos y camisas de manga corta, con rebecas y vestidos descotados, con chaquetas de lana y polos. Ser o no ser. El azahar ya ensaya el vuelo en los naranjos, andan cercanos los tabarros y las abejas, la miel se hace lento reptil del bote a la sartén, pica el sol de las cuatro… Ser o no ser. ¿Invierno o primavera? ¿Dos mangas o ninguna? ¿Maquillaje o protección solar? ¿Raso o franela? Ser o no ser. ¿Ser fiel al almanaque o dejarse aconsejar por la luz y el calor de la calle? ¿Acertaré con la alpaca, o es más seguro vestir lana fría?
Dudas. Ser o no ser. ¿Ser sevillano de mediados de marzo, o sevillano de lo que diga la calle, sea la fecha que sea, por lo que pueda pasar? ¿Guardo todo lo que huela a invierno en el largo y apretado silencio del año donde las prendas duermen, de pie y colgadas, narcotizadas por el alcanfor, o me pongo a recordar el refrán que aconseja no quitarse el sayo hasta el cuarenta de mayo? Ser o no ser. ¿Salir de casa según indicaciones de la temperatura de media mañana, o vestirse de traje y chaleco porque en la casa-hermandad hay un acto al que no se debe acudir de cualquier manera? ¿Me visto del verano que trae este marzo que a veces tiene hechuras de febrero -por lo loco-, o me voy directo a la chaqueta azul, pantalón gris, corbata y, en la solapa, la insignia de la hermandad que me impusieron cuando hice la exaltación del limpiado de la plata? Ser o no ser. Tu vida, ahora, está casi toda ahí, asomada al ropero abierto de par en par, como quien se asoma a un paisaje lleno de dudas. Te falta la calavera en la mano, que bien podría ser un almanaque, o un termómetro, o una bola de cera, o un tarrito de barro con forma de horno de la Cartuja donde humee el incienso… Ser o no ser. Ya no hay quien te sujete. Lo tuyo es ya la calle, vestido con un abrigazo corto, como se lleva, o con un polito. Bufanda o abanico, pantalón de lana o falda con raja desde el pie a las verijas, trenka o camisa con una vuelta en los puños y jersey por los hombros, anudadas las mangas en el esternón, ay, ese trasunto de estola cuaresmal. Como sea, pero en la calle. Porque la calle llama. Llama desde las iglesias entreabiertas, desde los veladores, desde los mostradores, desde los pregones, estrenos, quinarios, traslados, presentación de carteles… En lo alto de la torre grande, la luz es campana que no deja de sonarte. Y tú, ahí, frente al ropero. Invierno o primavera. Esa es la cuestión.
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