LA TRIBU
Tripas y corazón
Algunos de los que se creían que el despacho de su cargo era un coto particular, ahora ven que era un préstamo que le han obligado a cancelar antes de lo que pensaban
Y más cuenta les traerá a todos ir preparándose, ir aprendiendo que, como cantaba Camarón, «Na es eterno». ¿Qué ha pasado en algunos –muchos– sitios? Pues, sencillamente, y para seguir con la senda del flamenco, esta vez con letra firmada por don Francisco Moreno Galván, ... morisco por más señas, lo que ha pasado es que el caballo ha cojeado. ¿Se acuerdan de la letra que cantaba Menese: «Señor que vas a caballo / y no das los buenos días, / si el caballo cojeara, / otro gallo cantaría.» Para empezar, no sería un señor, sería un señorito, que, como apuntó Rafael Montesinos, el pueblo andaluz, tan sabio, acuñó la palabra señorito para diferenciarla de la de señor. Y para seguir, pues, ya ven, a algunos –a muchos– les ha cojeado el caballo y, claro, canta otro gallo.
Hablamos de resultados de las últimas elecciones, las del 28 de mayo –para algunos, 28 de desmayos–, que en algunos sitios han dejado un problema en forma de votos, porque la mano de la voluntad popular ha arrebatado mandatos y también mayorías, y aquí te quiero ver, morena. Algunos de los que se creían que el despacho de su cargo era un coto particular, ahora ven que era un préstamo que le han obligado a cancelar antes de lo que pensaban. Con algunos puestos de la política ha pasado como con las huelgas de las vegas, que algunos se confían y se creen que, porque el río lleve muchos años sin salirse de madre, son suyas, y las cultivan y hasta las vallan y se plantan y se creen terratenientes. Y un día, cuando Dios dice allá va un temporal, el río se sale y, sin avisar, expropia, echa a los ocupas que entraron en sus terrenos y a los ocupas se les queda cara de estafado. La voluntad popular es un río. Más de dos y más de tres, ahora tendrán que hacer de tripas corazón, porque, si quieren seguir con algo de mando, no tendrán más remedio que acostarse políticamente con quien menos desean. Listas más votadas, sí, pero no siempre es un premio ser la lista más votada, porque si se juntan dos o tres -o cuatro, o cinco- que entre todos reúnen más que la lista más votada, amarga victoria al canto. Hemos conocido mayorías simples que doblaban en escaños a todos sus rivales, y se quedaron sin mandar, sólo porque se juntaron dos, o tres, o cuatro, y se jodió el invento, mire usted. Aquí, en la política, o hay que tener más dinero que todos juntos, o hay que ser amigo o cercano de los que, juntándose con uno, hacen posible tener más que nadie. Quede claro, pues, que la riqueza, en este caso, es relativa, porque no depende sólo de lo que uno tenga. Así que a ver si todos van haciendo ejercicio de humildad y ensayos de remojo de barbas, por si acaso a la vuelta de una urna los obligan a hacer de tripas corazón.
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