La Tribu

Sombra

Hoy, noviembre no es noviembre, es un septiembre cálido travestido de otoño

A tu memoria no se han oxidado los cuchillos del frío de aquel noviembre que helaba el agua de los pilones que se quedaban al relente. Metiste las manos en el agua y te pareció haber roto de dos puñetazos una cristalera y herirte con ... ella, heridas sin sangre que, de golpe, te dejaron las manos con una imagen de mutilado mártir cristiano. Noviembre, entonces, pasaba y lo enfriaba todo desde que empezaba a asomar en las torres donde los niños tocaban las campanas por los difuntos, tan, tan, tin, tan… Noviembre les daba amarillor a las naranjas y al caqui, y por las noches tendía sus invisibles velos para que al alba amanecieran convertidos en blandura. Noviembre, entonces, era un ensayo de invierno que helaba las rejas que abrían las hazas, cuando los gañanes empezaban a rayar los cuadernos donde la mano sembradora escribía con granos el misterioso alfabeto de las cosechas. Y en el pueblo, noviembre encendía con fogonazos de sol cobarde los resolanos donde los braceros esperaban turno de jornal, cuando las paredes, a media mañana, tenían algo de vertical y blanca candela.

Hoy, noviembre no es noviembre, es un septiembre cálido travestido de otoño, un mes embustero que ya no es el que era, seco como un hinco, con mañanas bajo las que podrían maduras los trigos más verdes. Noviembre, hoy, a veces del brazo del solano, espanta nubes y ha renunciado a persignarse con chaparrones de otoño. Sol que quema. Tu amigo Diego te decía: «Esto es increíble; en el campo, el bocadillo me lo como a la sombra, busco la sombra de la rueda del tractor y me siento en la tierra, que está seca como la de una viña en agosto. Al sol no se puede estar.» No te quitas el sombrero, los brazos se rebelan al sentir dos mangas, tienes que andar regándolo todo, como si fuera verano… Lo es, a muchas horas, en muchos sitios. El otoño está en las hojas de oro, y en la verdina que sembró la lluvia de octubre, y en la luz de corto vuelo de las tardes, pero no es noviembre en la cara del cielo por donde siempre vinieron las nubes preñadas de aguaceros. Noviembre pide sombra, exige sombra, nos empuja a la sombra. Y esa sombra da a la ruina, a una ruina donde la lluvia es una memoria lejana, como aquellos cuchillos del frío de tu juventud.

antoniogbarbeito@gmail.com

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