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LA TRIBU

Otoño

Verdes de yerbas están las lindes, y verde toda la tierra donde no haya entrado la guillotina de un hierro

Antonio García Barbeito

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No le vendría mal a la tierra un roción, que, en lo arado, los terrones oreados ya piden un trago. No obstante, ahí está la otoñada, espléndida, verdeciéndolo todo, que las calles del olivar se pintan con verdísimas banderas de yerba; y los vallados donde, ... aunque nadie lo vea, las esparragueras empiezan a llamar a sus niños para que vayan asomando en cuanto el invierno pase su mano por todo este paraíso. Verdes de yerbas están las lindes, y verde toda la tierra donde no haya entrado la guillotina de un hierro. Arriba, cielo firme, celeste; no se mueve una hoja. Cerca, los frutales se deshojan con lentitud de desgana, sin descuidar los primeros apuntes de lo que vendrá por la primavera. Cerca también, los desmarojadores tijeretean entre las ramas de los olivos para darle aire al árbol, alivio a la savia, gracia al ramaje. A los pies de los olivos queda, como a los pies de un sillón de barbería, el resultado de la tala. Ya vendrán las candelas de ramón a levantar columnas blancas en estos olivares.

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