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la tribu

Mujeres

Esclavas blancas. La mujer en el campo, entonces, como en la casa, como en la sociedad falócrata imperante: relegada a un segundo plano

Antonio García Barbeito

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ESCLAVAS blancas. Algunas llevaban por delante al marido, a los hijos y la casa, y, además, se encaminaban a los tajos, escardilla al hombro, en busca de un jornal que siempre, injustamente, fue inferior al de los hombres y aun de los muchachos. Si en ... el verano, para la peonada temprana, tomaban casi de noche los caminos polvorientos que llevaban al tabaco, a la descamisa o a la desgrana, en invierno tomaban los fríos caminos que daban a la remolacha, allí donde jamás calentó el sol, por más encima que el sol estuviera. Esposas, madres de treinta o cuarenta años, y muchachas adolescentes, casi niñas de temprano destete escolar, o jóvenes sin más salida que el campo o la aljofifa ajena, llegaban a los húmedos campos sembrados de remolacha a escardar, a quitar las yerbas –«picar remolachas», le decían–, a pasarse el día, con el descanso de un bocadillo a media mañana y un almuerzo ligero, hasta que el tren de las cinco pitara -a ese Ferrobús le decían La Borriquita, por su pitido parecido a un rebuzno- antes de llegar al paso a nivel de la cuesta, cuando el sol ya había empezado a acostar las sombras de la alameda del río.

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