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la tribu

Hijos del calor

Ya sólo los disfrutas, pero los tres fueron un día razón de tu trabajo

Antonio García Barbeito

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Coinciden los tres en la mesa de los sabores del verano, en tu mesa. Tú ya no vas a trabajarlos, ni a recolectarlos. Ya sólo los disfrutas, pero los tres fueron un día razón de tu trabajo o de tu afición y capricho, y trataste ... con los tres. El más difícil de trato es el más pequeño, porque se defiende con uñas como felino hostigado, si la mano llega y no sabe llegar. Camuflado en la cama de su nacencia, qué gloria da ganarlo. Madre rastrera, extendida, nacida sin cultivo expreso, que da flor -tápenas- que no te alegran tanto como el bocado rabudo de su fruto, primo de las aceitunas en la ceremonia del aperitivo. Los otros dos le ganan en tamaño y en amabilidad recolectora, por más que uno de ellos sea tan rastrero y también trata de camuflarse entre las ropas de su nacencia. El otro es más vistoso en color y en tamaño, más elegante en su manifestación, con un nacimiento aéreo que desde su flor ya canta lo que será cuando la primavera madure o amague el verano. Tres hijos del calor que llegan cumplidamente a tu casa, y casi siempre de la mano de los amigos.

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