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LA TRIBU

Heladas

«Yo soy como las perdices, necesito todos los días llenarme los pies de rociá»

Antonio García Barbeito

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Siempre les han temido a las heladas. Los hombres del campo tienen sus conocidos enemigos, golpes de calor desmesurado por mayo que mata las vestales del esquilmo y lo equivoca todo; solanos canallas que estropean todo lo que tocan; heladas inmisericordes que queman con su ... invisible fuego… Las heladas han pasado —están pasando— por los sitios donde algunos frutos piden fríos y soles, vientos amables y luces amigas. En sus matas, habas y alcauciles se esconden, aquéllas sin salir del saco de su vaina y éstos sin quitarse una sola de sus camisas de pencas. Y aun así, las heladas pasan, queman y se van dejando tristes quemaduras señaladas en el fruto, incluso estropeándolos y dejándolos secos, sin validez para el buen mercado.

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