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la tribu

Cañas y barro

Pedimos lluvia y nos llueve muerte. ¿Quién responde? Un cañaveral se repone en poco tiempo, los patos saben siempre dónde anidar, pero una vida humana que se va, se va para siempre

Antonio García Barbeito

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EL agua es como un toro bravo abochornado, impredecible, sediento de llevarse por delante lo que encuentre. Lo mejor es huirle a tiempo, no darle jamás la cara. Te lo dijeron hace unos días: «La lluvia siempre es un golpe de Estado; una toma, una ... conquista. La lluvia no negocia: impone, dicta, ordena, manda, ocupa. Baja la lluvia y nada se resiste a su avasallamiento». ¿Quién tiene la culpa de tanto desastre, de ese resumen que tiene título de novela ¡—valenciana, para más inri—, 'Cañas y barro'? Y sin contar la peor tragedia, la pérdida de cientos de vidas humanas. Horrible. Pedimos lluvia y nos llueve muerte. ¿Quién responde? Un cañaveral se repone en poco tiempo, los patos saben siempre dónde anidar, pero una vida humana que se va, se va para siempre. El mejor ecologismo es el que procura el equilibrio entre el hombre y la naturaleza, sin prescindir de ninguno de los dos. La vida humana, que respete la naturaleza, sí, pero sin llegar a quedarnos sin frutos por no labrar, abonar, podar. Dejemos la naturaleza a los hombres que llevan siglos entendiéndose con ella, educándola y cuidándola. Aprovechándola y entregándose a ella.

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