Hazte premium Hazte premium

LA TRIBU

Aquellos niños

Eran chiquillos de familias humildes sin más remedio que poner a trabajar a todas las manos de la casa

ABC
Antonio García Barbeito

Esta funcionalidad es sólo para registrados

No, no los conocí yunteros. De yunteros trabajaban muchachos, pero no los niños; los niños, en la faena de la arada, iban, si acaso, de sembradores tras el arado, con un saco habilitado como talega, y colocado en bandolera, donde llevaban la semilla y la ... iban dejando, al paso, en el surco. Los niños del campo, los niños tuyos, eran chiquillos de familias humildes que no tenían más remedio que poner a trabajar a todas las manos de la casa. Eran otros tiempos. No exigían, como hoy, un mínimo de dieciséis años para trabajar. Entonces había niños muy niños, niños de ocho o diez años que ya estaban en el campo, de chancas, tirando de una mula o de una burra en el regabinado del maíz o del algodón; o guardando cochinos, ayudando a su hermano mayor en la guarda de vacas, de cabras o de borregas. Eran los niños yunteros de mi infancia, aunque sin yuntas. Niños que iban a quitar nietos a un tabacal, o a pelar remolachas, o a escardarlas en el invierno canalla, o a deshermanar algodón, maíz; o a escardar en plantaciones de pimientos, o a arrancar cañas de maíz, o a ayudar a colgar tabaco en los secaderos, o a coger yerba -las manitas como hoces-, o a punzar brevas, o a descamisar y desgranar maíz.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación